El Abecedario del fútbol - Z: Telmo Zarra, la genialidad de la timidez

El mítico delantero español pone fin a nuestro 'Abecedario' del fútbol

Telmo Zarra, mítico delantero del Athletic Club de Bilbao y uno de los mayores goleadores de la historia, es el encargado de cerrar el 'Abecedario' del fútbol que hemos desarrollado en Fútbol Primera.es de la mano de Montse García.

Para hablar de Telmo Zarra primero hay que quitarse el sombrero puesto que su nombre es sinónimo de récords mantenidos durante décadas. Encabezó la liga española con sus 252 goles, lidera la tabla de pichichis con seis trofeos obtenidos y fue el máximo goleador en una sola edición liguera con treinta y ocho tantos hasta que en el siglo XXI ha sido superado. Como no podía ser de otra forma, se trataba del delantero más efectivo que ha dado el Athletic y, posiblemente, el fútbol español. Si hay que elegir un gol para diferenciarlo del resto no hay dudas al respecto. Prácticamente por unanimidad sería escogido el que anotó a Inglaterra en Maracaná en 1950, aunque para él su trayectoria no podía reducirse a aquella actuación.

En una época en la que los niños jugaban en las calles con balones de trapo nació Telmo Zarra (1921) en el seno de una familia que estaría formada por diez hermanos. De dos de los mayores adquirió su afición por el fútbol puesto que se habían dedicado a este deporte de manera profesional aunque sin demasiado éxito. Su deseo de seguir los mismos pasos que ellos se esfumaron ante la desaprobación de su padre, que en tiempos difíciles no quería que sus hijos pasaran hambre. Sin embargo, la complicada situación que atravesaba el país unida a la muerte de uno de sus hermanos en la Guerra Civil, ablandó el corazón de su padre que, viendo que su pequeño había seguido practicando este deporte en equipos de la zona y que poseía un talento sobrenatural, decidió darle vía libre para que centrara su vida a él.

Aunque Telmo poseía un instinto especial para el gol había un inconveniente que le condicionaba: era excesivamente tímido. No le gustaba alardear de su habilidad y, precisamente, su modestia lo hacía aún más grande. Justo por aquel entonces, el Athletic estaba tratando de recomponer su equipo destrozado por la Guerra Civil. Estar en el lugar y sitios adecuados le permitió unirse a la disciplina del club y anotar más de 250 goles en poco más de 275 partidos. Una cantidad a la que hay que sumar los marcados en la Copa (81 goles). En 1940 firmó su contrato y debutó por todo lo alto anotando ante el Valencia en su primer partido.

Definirle implica no poder describir cómo era Zarra, puesto que las palabras resultan insuficientes y afean la belleza de su genialidad. Se trataba de un delantero provisto de un buen remate de cabeza gracias a su metro ochenta de estatura, algo atípico para los jugadores de la época. Nunca se despistaba y siempre estaba atento para desprenderse de los defensas rivales gracias a su agilidad de movimiento y posicionamientos sobre el campo. No se amedrentaba en la lucha del uno contra uno para disputar la pelota pero demostró en cada minuto que estaba en el césped que la deportividad estaba por encima de todo y de todos. Así, cuando se encontraba en disposición de marcar, pero el portero rival estaba ‘lesionado’, no dudaba en mandar fuera el balón para no aprovecharse de esa superioridad. De haber sido egoísta, posiblemente el listado de goles habría crecido considerablemente.

Su proyección se vio frenada como consecuencia de la participación de España en la Segunda Guerra Mundial. De hecho, sirvió para su país durante un año en la base de Ceuta. Aquella experiencia lo fortaleció física y moralmente. Había madurado y ya poco quedaba de eso joven apocado que se avergonzaba cuando afloraba su maestría de cara al gol. En 1950 su nombre dio la vuelta al mundo al conseguir, gracias a su gol, que Inglaterra abandonase el Mundial y que España siguiera viva para pasar a la siguiente fase. Las cámaras no dudaron en buscarle como el hombre del partido pero, una vez más, salió a la luz aquella timidez de su juventud que le llevó a mirar hacia el suelo evitando todas las miradas.

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Ser jugador vasco y representante de España generó discrepancias políticas que no le impidieron anotar veinte goles con la camiseta de la selección. Aunque el más importante sería el anotado en Maracaná. Se retiró por completo en 1957 y fallecería en 2006, a la edad de 85 años, naciendo aquel día el Trofeo Zarra dado a los máximos goleadores españoles de la Liga. Atrás dejaba los quince años que había sido jugador del Athletic, el campeonato nacional de 1943 y las cinco Copas de España (1943, 1944, 1945, 1950, 1955) pero se inmortalizaba el talento desmedido del dueño del gol.

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