Romário, los veranos de "O Baixinho" (1 de 2)

Repaso a la sorprendente trayectoria de la estrella brasileña

Dicen los que lo vieron que jamás presenciaron tanto derroche de talento por los campos de entrenamiento de Paterna; era él… Romario, un hombre nacido con el don de seducir a la pelota y burlar al portero contrario, casado con el gol y ferviente enemigo de la disciplina. Romário, una vida entre la cola de vaca y la pista de baile, el hombre que devolvió la Copa del mundo a un país mermado por la pena e irreconocible en su alma desde la muerte de su ídolo deportivo, Ayrton Senna.

A "O Baixinho" le atraían tanto los placeres de la vida, que enturbiaron una carrera que pudo haber sido todavía más legendaria de lo que fue. Romário sufría como nadie la depresión estacional, aquello que algunos llamaron "morriña" y que no era más que la angustia por alejarse de la playa de Copacabana. En Barcelona, Valencia y Río de Janeiro, los veranos de Romário tendrán espacio en cualquier tertulia…

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Números y goles estivales

- Verano de 1993: la toma de contacto; un gol frente al Heerenveen , dos ante el Ajax, uno contra el Sao Paulo, dos al Benfica, tres al Hajduk Split y cuatro frente al Tenerife en dos partidos.

- Verano de 1994: llegó de Brasil diez días antes del comienzo de la liga y no jugó ningún encuentro previo al campeonato.

- Verano de 1996: La pretemporada más movida y menos realizadora de las que jugó; un gol ante el Feyenord y otro contra el Perugia ya con la camiseta del Valencia. Se incorporó tarde y volvió a casarse en Brasil por segundas nupcias en la localidad de Barra de Guaratiba delante de 800 invitados, con flores importadas de Colombia, uvas de Chile y 60 miembros de seguridad velando por la privacidad de la pareja.

- Verano de 1997: goles espectaculares y lesión; un tanto ante el Atlético de Madrid, tres frente al Palmeiras y uno contra el Flamengo. Se desplazó a Brasil para recuperarse antes de finalizar el verano.

El resumen estadístico de sus cuatro veranos en la liga española, un espacio de tiempo en el que Romário vivió entre Brasil y España con una facilidad asombrosa. Exceptuando el primer año, en el resto pasó más horas del reloj en su país que en España junto a sus compañeros; las celebraciones del mundial con su respectiva "morriña", los encuentros de futboley, sus despedidas del Flamengo y de soltero, su segunda boda y una lesión que le vino de perlas para volver a viajar a Brasil a finales de Agosto de 1997.

Romário, tan irreverente fuera del campo como letal y mágico en el área. Su tarjeta de presentación fueron los tres goles a la Real Sociedad en la primera jornada de la Liga 1993-94. Para entonces, Romário ya era el ídolo culé. Había convertido sus promesas en goles y muchos lamentaban que el talento del carioca no hubiera recalado antes en la ciudad condal. En el PSV tenía fama de díscolo, y por culpa de aquellos rumores, el Valencia Club de Futbol paralizó su traspaso pocos meses antes.

Francisco Roig, consejero del club "Ché", había pujado por su fichaje; no olvidaría su apuesta cuando tres años más tarde siendo ya presidente, jugó a ser el Corrado Ferlaino del Valencia y construyó para Romário un paraíso con mansión y vehículos incluidos al lado de la playa. Valencia debía representar el retorno del dios, como lo fue Nápoles en el transitar de Maradona por las grandes ligas del viejo continente. En el escenario imaginado por Francisco Roig, Romário abanderaría el timón de su "Valencia Campeó"; él debía hacer olvidar la dolorosa marcha de Mijatovic al Real Madrid. Muy pronto, la realidad se encargaría de derrocar esta opción, y el conjunto de la capital del Túria sería el último club europeo para el que jugaría O Baixinho, que viviría un retorno muy breve en su vuelta a la liga española, eso sí, estacionado en dos etapas.

Pero antes de aquel peregrinar de miradas desafiantes, cruces de declaraciones con entrenadores y de vivir una auténtica relación de odio-pasión con la caliente afición valencianista, Romário marcó una breve pero inolvidable época en las filas del Fútbol Club Barcelona.

"Jugador de dibujos animados"

Se jugaba el trofeo Joan Gamper correspondiente al primer verano de Romário en el Barça. El Tenerife de Jorge Valdano ofreció toda una lección futbolística en la final del torneo, venciendo a los azulgrana por uno a tres. Las críticas a la efectividad del tricampeón de liga no se hicieron esperar. Justo tres días más tarde, los catalanes devolvían visita a los canarios en uno de aquellos trofeos jugados en sistema de tres en uno, tan populares en la época y en el que también participaba el Boca Juniors del argentino Jorge Habegger.

En el encuentro definitivo, los hombres de Cruyff se tomaban venganza de la afrenta sufrida en su estadio pocos días antes y derrotaban 1-5 a su rival en solo 45 minutos; la asociación de Romário con Laudrup destrozó al equipo de Valdano en un par de jugadas… esos días nació el "jugador de dibujos animados".

Dinamo de Kiev, el culmen del "Dream Team"

Aquella fue probablemente la mejor noche del legendario "Dream Team" de Johan Cruyff. Se jugaban los dieciseisavos de final de la Copa de Europa 1993-94, y el Barça debía remontar la derrota 3-1 en Kiev ante el Dinamo.

El Camp Nou se conjuró para la hazaña, nadie quería oír hablar del CSKA de Moscú; el club que había eliminado al Barcelona en la edición anterior en uno de los mayores golpes recibidos por el espectacular conjunto dirigido por "el flaco". Las condiciones y el rival invitaban a la comparación.

Frente al Dinamo, Romário firmó una actuación majestuosa sin lograr hacer un gol. El Barça ejecutó a la perfección su plan en los primeros veinte minutos de juego. Marcaron Laudrup y Bakero, pero los ataques blaugranas estuvieron dirigidos por Beguiristain, siempre presto a esperar el último pase, y sobre todo la inventiva y la clase de Romário, que burló defensas y demostró su magia en un par de acciones que han pasado a la historia del fútbol, como aquel gol de Pelé que no entró (min 5:40).

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Alkorta

La afición barcelonista no vivía una jornada de tanto éxtasis ante el eterno rival desde 1974, la noche en la que los Cruyff, Asensi o Rexach silenciaron el Santiago Bernabeu con una manita histórica que dibujaba la primera liga del idilio de Johan con el Barça. En 1994, Romário abrió la lata del Real Madrid con una jugada casi tan antológica como la del día del Dinamo, pero ésta sí entró… la cola de vaca más recordada, que tuvo como víctima a todo un central de la selección española, Rafael Alkorta, que asistió impertérrito a la bocanada de talento exhalada por Romário en un metro de terreno de juego. El brasileño tenía la liga a sus pies y le faltaría muy poco para coronarse rey del mundo.

30 goles

Fueron los que prometió el delantero en su llegada a Barcelona. Una cifra que de conseguirla debería acercarle al trono de anotadores de la liga, y que probablemente devolvería al club el trofeo "pichichi" de máximo goleador, esquivo para los azulgrana desde la época del "brujo" Quini y el austriaco Hans Krankl.

Y la promesa se cumplió en la última jornada de la Liga 1993-94, en un encuentro frente al Sevilla de Diego Pablo Simeone y Davor Suker, en el que el Barça tuvo que sudar para remontar, y rezar para cantar el alirón; González hizo buenos los 30 goles del brasileño…

Romário disfrutaba de un momento personal envidiable, campeón, máximo goleador, en vísperas de jugarse la Copa de Europa y encarnando la figura de ídolo nacional, querido y respetado por el pueblo brasileño, hecho que había quedado sobradamente contrastado con el suceso vivido pocos días antes en el secuestro de su padre, afortunadamente resuelto de forma positiva para la familia del jugador.

En Junio de 1994 comenzaría el verano más determinante y decisivo en la vida de Romário… (continuará)

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