Eurocopa 2012: Fernando Torres y la Bota de Oro más barata
Seis delanteros empataron con tres goles como máximos goleadores del torneo
Desde que en 1992 la Eurocopa disputada en Suecia dejara los resultados más equilibrados y ajustados de las últimas fases finales (una dinámica ya conocida dos años antes en el Mundial de Italia), no había existido un torneo europeo que reuniera tantos delanteros diferentes con tan pocos tantos anotados. En aquella edición (la que recuerdo con especial cariño por contener muchas de las primeras instantáneas de mi infancia futbolística), Henrik Larsen (Dinamarca), Karlheinz Riedle (Alemania), Dennis Bergkamp (Holanda) y Tomas Brolin (Suecia) compartieron el título honorífico de la UEFA al Máximo goleador o Bota de Oro del torneo con apenas tres goles. Cifras propias para la época, cuyas premisas defensivas se imponían al desequilibrio y verticalidad, ignorando la posesión de balón como principio básico para mostrar cualidades globales.
Han tenido que pasar nada menos que cinco fases finales de Eurocopa, para rencontrarnos con cifras tan bajas a la hora de elegir al mejor ‘killer’ de 2012. Un empate absoluto entre seis ‘tri-goleadores’ que responde al canon de otra época pero con ideales absolutamente contrarios a los de entonces. Porque Fernando Torres se ha llevado ese galardón superando únicamente por la media goles-minutos disputados (otras bases estipulan que se debe a sus asistencias) a cinco compañeros de ataque como Balotelli, Cristiano Ronaldo, Mario Gómez, Mandzukic, Dzagoev. Algunos de ellos, absolutos referentes del gol, determinantes a lo largo del último año en tareas de definición y aspirantes claros al título, aunque apenas dos de ellos tratados como estrellas del ataque nacional por sus entrenadores. Y es que el gol, jamás estuvo tan cuestionado.
Fernando Torres: Llegaba a la Eurocopa con la etiqueta de delantero en plena crisis al que solo un par de chispazos de calidad a final de campaña, incluso generados por la casualidad de partidos fronterizos (ante Barcelona en Camp Nou), le había devuelto esperanza. No ha sido titular fijo, ha generado la aparición del rol ‘falso nueve’ debido a que Cesc Fábregas aprovechó su baja forma para adelantarse en los planes de Del Bosque y hasta ha demostrado que está aún fuera de sí en determinación rematadora. Pero sin embargo, su estrella no se apaga nunca y ha vuelto a ser diferencial en situaciones accesibles. Con espacios, vapuleó a Irlanda (dos goles) y rumbó a Italia (marcó gol y entregó otro a la contra) para ser máximo goleador y recuperar la aureola que le haga reactivarse en la nueva campaña con el Chelsea. En Londres pueden haber recuperado a su crack.
Mario Balotelli: Incapaz de felicitar a España tras su reinado europeo y sólo mostrando el llanto desconsolado de quien se creía capaz de reinar en su primera gran fase final, la participación de Balotelli deja luces y sombras como no podía ser de otra manera. Desaparecido casi hasta semifinales (marcó antes un gol ante Irlanda de volea), hundió las aspiraciones de Alemania con un testarazo donde ganó cómodamente su posición y desatascó las teorías alemanas con una volea a bote pronto decisiva. Otros tres goles que esconden desidia, declaraciones altisonantes, imágenes de incongruencia profesional y un carácter irremediable que para unos aporta y que para otros resta. Prandelli arriesgó, aunque para él tampoco fue intocable en sus planes. Genio y figura. Un infantil sin tutor estricto.
Cristiano Ronaldo: Cierto que jamás podrá vivir un partido tranquilo y que probablemente nunca encuentra aplausos generalizados, pero el portugués tenía la opción de sumar muy buenos números de cara a ser elegido Balón de Oro este curso 2012 y lo aprovechó a medias. Porque fue de menos a más, de excesivamente individualista a mejorar en sus decisiones y de demasiado hermético a quitarse la máscara pleno de confianza. Goles determinantes que lo llevaron a remontar una fase de grupos que se había puesto muy gris y que incluso le impulsaron como estrella del torneo hasta que la ‘Marea Roja’ de España lo frenó en seco. Partido más frío donde, pese a todo, generó dos acciones de máximo peligro que lo habrían encumbrado a lo más alto de haber acertado. No fue su torneo y ya van varios pero sabedor de la supremacía española y analizando globalmente, su rendimiento fue más que válido.
Mario Gómez: Situado en la ‘pole position’ para ser el artillero más eficiente de la Eurocopa por gran mayoría de analistas (entre los que me incluyo), ha vuelto a dejar indiferente a quienes antes de su estupenda campaña goleadora en el Bayern, cuesionaban su rol de líder ofensivo en la selección alemana. Cierto que se apoyaban en sus decepcionantes apariciones en fases finales antes de esta cita, que puede haber recordado a la versión más fría, apática y desafinada de los últimos tiempos. Si a ello añadimos que solo la presión social se impuso a la idea de Joachim Low de apostar de inicio por su preferido, Miroslav Klose, entendemos que Mario no llegara a ser tampoco absolutamente fijo en los planes del seleccionador.
Los tres goles de Mario Mandzukic y Alan Dzagoev, responden a una naturaleza completamente diferente. Ambos son alternativas ofensivas de sus selecciones. Una más física, mordaz y agresiva para generar dudas por alto y con caídas a banda para definir sin aspavientos. Otra más fría, técnica y desequilibrante, para intentar contribuir al espíritu asociativo de su selección. Croacia sí buscaba con su delantera un espacio abierto a los rechazos, despejes nulos y dudas varias. Rusia, en cambio, generaba ocasiones desde atrás, por lo que las llegadas en avance, permitieron a su mayor talento, definir con solvencia. Seis ‘tri-goleadores’ rodeados de duda, debates y críticas, las que genera el gol, esa finalidad que en la Euro 2012 disfrutamos en pequeñas dosis.