España: Celebraciones de ayer y hoy
Repaso de las celebraciones históricas de la Selección española desde 1964.

España celebra la tercera Eurocopa de su historia; la victoria más amplia y la final más tranquila de todas las que vivió. Desde aquella tarde de Junio en 1964, en la que Marcelino transportó la gloria a miles de hogares españoles con su cabezazo a la Unión Soviética, la televisión en blanco y negro ha dado paso a los nuevos sistemas de difusión, en los que la selección se ha convertido en claro protagonista del firmamento futbolístico.
Cada final está rodeada de una historia distinta; el camino y las circunstancias siempre son diferentes, por tanto, la resaca y las celebraciones no pueden ser equiparables. Puntos en común, pero en todas ellas, muchos detalles que reflejan la singularidad de cada una.
1964, LA PRIMERA
El suizo Gustav Max Wiederkehr entregó la copa Henri Delaunay a Ferrán Olivella. Todo era muy diferente a lo que se vive ahora; el torneo era notablemente más corto, el seguimiento de los medios de comunicación era menor, y las primas a los jugadores eran casi ridículas comparadas con las millonarias cifras que manejan en estos tiempos los internacionales.
Las recepciones fueron más escuetas, las cenas de celebración modestas, la participación de los aficionados en los fastos de celebración se limitó a la euforia dentro del campo… fue un domingo de fútbol cualquiera, eso sí, con un estadio rodeado de unidades del ejército en las azoteas de los edificios contiguos (existía relativa calma en el ambiente, pero el rival era la Unión Soviética, con la que se había renunciado a jugar cuatro años antes).
La consecución del trofeo vino ligada a la obligada visita al Palacio del Pardo, donde Francisco Franco recibió a los héroes en un ambiente de moderada alegría.
Y ahí se terminaron los festejos, ya que sin ir más lejos, días más tarde se disputó en el Camp Nou la final de la Copa de Ferias entre el Zaragoza y el Valencia, con alguno de los protagonistas de la Eurocopa española sobre el terreno de juego. La prensa de la época no alargó los homenajes como pasaría en épocas posteriores.
1984, INVITADOS A LA FIESTA DE GEORGES
Indigesta derrota la de la selección española en el Parque de los Príncipes en la final de la Eurocopa de 1984. Lo cierto es que España, a quien había acompañado la suerte para llegar hasta el encuentro decisivo, parecía el invitado de piedra a una fiesta preparada para el delirio galo. En la mañana del partido, había sido elegido como presidente de la UEFA (hasta ese momento ostentaba el cargo en funciones tras el fallecimiento de Artemio Franchi) el candidato local Jacques Georges , y muchos aficionados e informadores observaron en esta decisión uno de los motivos por los que el colegiado del partido, el checo Vojtech Christov, benefició sibilinamente al equipo francés.
Los de Miguel Muñoz encajaron el golpe con entereza. El más afectado de todos, obviamente fue Luís Miguel Arconada, que había cumplido el día anterior a la final 30 años, y al que Platini apagó de forma dolorosa la última luz de su vela de aniversario. En el aeropuerto de Barajas, la afición española agasajó a los héroes sin copa del 84.
1992, LA FIESTA EN CASA
No fue un título en categoría absoluta, pero para España, que nació con el fuego olímpico de Amberes 1920, la medalla de oro en Barcelona 1992, supuso una de las mayores satisfacciones de su historia. Conquistada en casa, trabajada y labrada a muchos kilómetros del epicentro de la batalla (España jugó todo el campeonato en Valencia, a más de 350 kilómetros de distancia de la sede fija de los juegos), y ganada frente a un equipo polaco que no se entregó y vendió muy cara su derrota.
Los Guardiola, Ferrer, Abelardo, Kiko (o Quico, como lucia en su camiseta), celebraron sobre el césped del Camp Nou el oro olímpico en una tarde inolvidable para el deporte español. Con el Rey Juan Carlos I en el palco de autoridades y con la lluvia de noticias positivas que llegaban desde otros escenarios, fue uno de los triunfos más especiales de la historia del equipo nacional en cualquier categoría.
Ocho años más tarde, la resaca sería distinta en otra final olímpica. España seguía fracasando en los campeonatos absolutos, pero comenzaba a foguearse de forma importante en encuentros que constituían una premonición de lo que pasaría años más tarde. Xavi, Puyol o Capdevila lloraron con aquel penalti de Amaya que puso la medalla en bandera para Camerún en Sidney 2000.
2008, FIN DE LA MALDICIÓN
Y por fin se cumplió el sueño… en Viena, tras finiquitar el mal fario de los cuartos de final, superando un complejo que duraba demasiados años, ofreciendo un recital futbolístico en la semifinal ante Rusia y venciendo a la todopoderosa Alemania en el último partido del campeonato. España ganó cuando nadie pensó que podría hacerlo, con un sabio desde el banquillo, y con una afición entregada que pensó que pasarían muchos años hasta que pudiera repetirse aquel triunfo con "el gol de Torres". Casillas elevó al cielo la copa Henri Delaunay.
2010, LA PRIMERA ESTRELLA
Repetición de acontecimientos con celebraciones multiplicadas y el orgullo patrio en máxima efervescencia. El gol de Iniesta fue celebrado en cada rincón de la geografía española y daría paso a días de euforia colectiva. España sumaba la primera estrella para su camiseta, la señal evidente de que ahora sí, tras años de sufrimiento, la alegría de 2008 tenía confirmación. La Copa del mundo (la réplica eso sí) llegó a España por fin. Cientos de miles de españoles tuvieron que frotarse los ojos para comprobar que efectivamente, aquel equipo con 90 años de duro camino, había conseguido llegar donde nadie pudo.
Generaciones de jóvenes aficionados ya respiran con la victoria de la selección asimilada en sus entrañas. Muchos no vieron o no recuerdan otra cosa; cuatro años de celebración permanente, de resaca duradera que tendrán continuación por lo menos hasta que comience la Copa del mundo de 2014.
Brasil, Maracaná, la campeona "roja" frente a la pentacampeona "verde-amarela"… el reto ya está lanzado, pero mientras tanto, España tiene derecho a disfrutar de su éxito, el tricampeonato soñado.