República Checa: Milan Baros, el ‘muro del diablo’

El delantero checo afronta el tramo final de su carrera en esta Eurocopa 2012

El arquitecto del castillo de Bechyne (al sur de la República Checa) hizo una apuesta por su alma con el infierno. El diablo tendría un plazo limitado de tiempo para levantar un muro en la edificación. Y por más que trabajó, se esforzó y empeñó, el ser maligno tentador de los hombres, no logró acabar su tarea a tiempo. El antiguo castillo, situado al lado del palacio actual, se desmoronó con el tiempo y en pie sólo permanecieron restos que la leyenda catalogó como el "muro del Diablo". Y es que el arquitecto salvó su alma pero el diablo, furioso por su fracaso, desmanteló el muro cuyos restos desde aquel entonces llevan su nombre. Hay quien asegura que el arquitecto conocía perfectamente las dimensiones del muro a levantar y que en esa zona específica, era imposible edificar, por lo que cada noche, mientras el diablo descansaba, caía en pedazos con ayuda de sus propios martillazos.

Es tal el poder de la leyenda en la sociedad checa, que en estos días de ambiente futbolero y gestas de la propia selección checa en la Eurocopa 2012 (donde ha logrado romper las previsiones y entró en cuartos de final siendo líder de su grupo), algunos hinchas jocosos e irónicos, han vuelto a recordar que el entorno de la pelota tiene su propia leyenda sobre el ‘muro del diablo’. El castigo estaba intacto y el muro sí tenía estabilidad suficiente para que el ser sobrenatural hubiera terminado su tarea de no ser porque alguien lo destrozaba cada noche, aunque lejos de ser el propio proyectista quien lo destrozaba, era la cabeza, siempre agachada, potente y sin freno, del eterno delantero checo: Milan Baros.

Un estilo inconfundible que vivió de varios momentos exitosos a principios de siglo, que había sido catalogado como el delantero más poderoso que jamás había surgido en el fútbol checo y que hasta consiguió fama mundial cuando una lesión permitió que, plenamente recuperado y fresco, marcara diferencias en la Eurocopa 2004. Pero desde aquellas interminables carreras a la contra buscando el gol con la cabeza gacha, los brazos abajo y la pelota entre las piernas con tanta inseguridad como inexplicable potencia, han pasado ocho largos años. Suficientes como para que aquél chico nombrado Talento del Año en 2002, internacional de éxito en todas las categorías del fútbol checo (desde Sub 15 hasta la absoluta) y goleador en la edición continental de 2004, haya quedado retratado a ‘chispazos’ esporádicos que generan ironías con tremenda facilidad.

Porque de aquellos días en los que ya formaba parte del Liverpool (tenía el pelo rapado y jugaba con el numero cinco a la espalda por lo que algunos tendrían problemas para recordarlo) tras haberlo contratado Gerard Houllier del modesto Banik Ostrava por siete millones de euros, su mejor aval y amenaza era su fuerza en arrancada y potencia. Era una época de contragolpe en Anfield, de imprevisibilidad y de caos organizativo, aunque Baros siempre se mantuvo irregular. Cuando mejores cifras estaba encontrando, una grave lesión lo frenó casi un año y aunque su aureola se encendía por momentos, ha sido incapaz de recuperar alguna de aquellas sensaciones. Sus carreras perdieron peligrosidad, sus contras dejaron de alterar rivales y sus definiciones jamás encontraron parangón. Desde entonces, muchísimas sombras y un recorrido propio de la búsqueda incesable de su identidad, pues fracasó en Aston Villa, Olympique de Lyon o Portsmouth. Desde hace cuatro campañas, el Galatasaray alumbró su figura con un primer año completo (sumando nada menos que 26 goles), que no fue más que un espejismo pues no ha vuelto a acercarse ni de lejos a esas cifras.

Pese a su larga carrera de fondo y la sequía internacional que le hace estar en deuda goleadora con su selección desde aquellos días gloriosos de 2004 (su último gol en una fase final fue ante Dinamarca en cuartos de final pues no ha logrado marcar en Alemania 2006, Austria-Suiza 2008 ni Sudáfrica 2010), aún tiene 30 años y sigue manteniendo la confianza intacta de los seleccionadores que han pasado por el banquillo checo. Michael Bilek ha decidido que esta Euro 2012 repitiera como referencia ofensiva (también producto de la falta de un killer) pero su carácter disperso y la nula contundencia en el remate, mantiene el debate sobre el fin de esta generación checa, que muchos reclaman que debe empezar con Baros dejando su lugar.

Esta noche, como en 2004 y como en su último gol al primer nivel, se planta en unos cuartos de final de Eurocopa. Su enemigo será Portugal, favorito por su capacidad creativa e individual, aunque destinada a sufrir el que quizás sea último recuerdo ofensivo de Milan Baros. Un incombustible ‘diablo’ que sigue intentando reconstruir su pasado a base de cabezazos a un muro que hace tiempo destruyó pero sobre el que no había nada que edificar. El ‘muro del diablo’. El ‘muro de Milan’.

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