Carta abierta a Prandelli

Alessandra Roversi le escribe directamente al seleccionador italiano

Estimado Cesare,

Le escribo en un desesperado intento de hacerle recapacitar ante lo que puede ser una dolorosa eliminación. Hace dos años, Sudáfrica fue testigo de la caída vertical de la que llegaba como campeona del mundo pero entonces Lippi tenía un equipo de poca cosa y, sobre todo, sin ese architetto llamado Andrea Pirlo con el que usted sí cuenta y que este año viene de una de sus mejores temporadas. Las piezas están ahí y quiero invitarle a utilizarlas de la mejor manera.

Cuando leí que en su último entrenamiento antes de la partida a Poznan había probado el 4312 con ese bendito rombo, se me heló el cuerpo. Ciertamente ha sido su apuesta a lo largo de estos dos años pero reconozca que ha sido un fracaso rotundo porque pese a haberse clasificado primera de grupo, se trató de rivales benévolos donde el más peligroso, Serbia, quedó anulado por las sanciones impuestas por la UEFA tras los desastres de sus hinchas en Génova.

Históricamente, Italia es el país de los grandes porteros, los defensas fantásticos a los que anotarles cuesta un mundo. Aunque la tendencia mundial sea la del buen trato de balón, el toque y pies finos, ésa no es la raíz italiana. Su predecesor, Marcelo Lippi, habló en algún momento del ADN de cada equipo, ése al cual no se puede renunciar para construir victorias y el italiano es defensiva. Eso no quiere decir que se renuncie a un buen fútbol pero admita que no será usted, que como seleccionador luce sólo un título con la Primavera de su Atalanta, quien cambiará un siglo de historia que cuenta con cuatro campeonatos del mundo y uno europeo.

Pero su necedad lo ha llevado al límite y es su propia carrera la que pende de un hilo. Todos los medios dan un posible XI con Buffon; Abate, Barzagli, Chiellini, Balzaretti; De Rossi, Pirlo, Marchisio; Thiago Motta; Di Natale, Cassano. Yo le pregunto, ¿bajo qué lógica ciertos intérpretes? Si de verdad su intención fuese la de ofrecer un fútbol agradable al espectador, que lo sepa que Thiago Motta de enganche es una escogencia de pésimo gusto. Tampoco estoy segura de que usted haya seguido más de tres partidos de Balzaretti esta temporada con el Palermo porque ya su convocatoria es bastante cuestionable como para que se le dé una oportunidad en un partido de vida o muerte; sobre este tema, también quisiera pedirle argumentos específicos para sentar a Bonucci (no vale “capricho” como justificación). Otra cosa, ¿a qué fin el 4312? ¿Es que a caso no ha visto que lo mejor que tiene Irlanda son las bandas y que la velocidad de Maggio y Giaccherini podían contrarrestar cómodamente este efecto?

Quiero pensar que juega a eso que en Italia llamamos pre-táctica (o al despiste si lo prefiere), pero también ahí sería absurdo tratar de engañar a un zorro viejo como Trapattoni, que tan bien debería conocer usted. Fue con “Il Trap” con quien usted logró todo su más que digno palmarés como jugador y debe saber que será el último en caer en juegos mentales cuando él mismo sentaba en su lugar cuando en 2004 Italia fue eliminada por un 2-2 en el partido de los rivales de grupo (Dinamarca – Suecia). Él saldrá a ganar, que lo haga también Italia.

Piense en frío y repase los dos primeros partidos donde los resultados fueron muy aceptables de no haber sido por un calo físico en el último tramo. Si es usted un seleccionador digno, sabe que equipo que gana no se cambia y pese a no haber ganado los dos primeros encuentros, contra la selección más débil del grupo debería bastarle para lograr los tres puntos. Si quiere usar a Barzagli, pese a que viene de 15 días de inactividad, entonces recree la defensa juventina sin estar inventando tanto y mueva a De Rossi como interno de centrocampo. Eso sí, trate de que de los carrileros sea Maggio quien juegue más cerca de la línea defensiva y Giaccherini el más adelantado; una sugerencia nada más para no ir contra natura.

Cierro recordándole que usted llegó a ese banquillo por su simpatía y caballerosidad, pero eso no basta así que trate de dignificar la profesión y sea una persona razonable. Trate de no imitar los pasos de Roberto Donadoni que por tratar de complacer a todos terminó firmando una Eurocopa mediocre y luego tuvo que reconstruir su carrera desde abajo. Tiene 90 minutos para no echar por la borda una carrera naciente. ¡Piénselo!

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