Eurocopa 2012: Disturbios en el entrenamiento de España

Más de 200 aficionados españoles se quedaron en la puerta y fue necesaria la intervención policial

La Selección española era sinónimo de alegría, triunfo y felicidad, pero lo que comenzó como algo pasional, propiedad de los españoles, se ha desvirtuado tanto hasta convertirse en producto que ha terminado explotando en las manos de la Real Federación Española de Fútbol. El deseo de la RFEF por comercializar la Roja y vender la estrella al mejor postor ha provocado la bochornosa situación que se vivió este martes en el centro de entrenamiento de Gniewino, donde más de 200 aficionados españoles se quedaron sin poder ver a sus jugadores y fueron expulsados a empujones por las fuerzas policiales.

La policía polaca cerró los accesos al campo de entrenamiento de España evitando que los muchos aficionados españoles que se desplazaron hasta Gniewino para ver de cerca a sus ídolos pudieran cumplir con su objetivo. Por la fuerza y armados con cascos y escudos, los antidisturbios polacos reprimieron los intentos de los españoles por acceder a la grada desde la que divisar el entrenamiento, provocando una situación completamente caótica. A la RFEF se le escapó de las manos su producto y, por primera vez, la gallina de los huevos de oro daba problemas. Muere de éxito.

A lo largo de toda la Eurocopa 2012 para acceder a los entrenamientos de la Selección española era necesario presentar una entrada y la ausencia de la misma fue el argumento de los representantes de la RFEF para prohibir el acceso de los seguidores españoles. El problema es que que nadie sabía explicar muy bien de dónde proceden esas entradas. "Nos dijeron que podíamos pedirla por email y, si las peticiones excedían las localidades permitidas, se repartirían mediante sorteo. ¿Pero dónde está el sorteo? ¿Dónde? Y encima la federación no dice nada", protesta Juan, un seguidor que ha recorrido 6.000 kilómetros para llegar hasta Gniewino.

La RFEF ha explicado tras los disturbios que las gradas tienen una capacidad de 900 espectadores. 300 se reparten entre distintos compromisos federativos, otros 300 son para los medios de comunicación, y los 300 restantes se sortean a través del pueblo de Gniewino. Por lo tanto, sólo el 33% de los potenciales asistentes del entrenamiento son aficionados, y difícilmente ese sorteo premia a seguidores españoles. "En la Eurocopa del 2008 podíamos estar incluso al lado de los jugadores -recuerda un aficionado- pero, claro, entonces todavía no éramos campeones del mundo".

"Les han dado las entradas a los seguidores polacos, y a los españoles ni una. Pues que vayan los polacos a animarles contra Irlanda el jueves, o que sean también los polacos los que vayan a pasar frío al Rico Pérez para apoyarles ante Liechtenstein", protestó otro aficionado que no reveló su indentidad, mientras la policía abría el paso a los polacos y la RFEF le aseguraba a los españoles que no quedaban entradas para asistir a la sesión. A todo eso, las gradas presentaban un aspecto semi vacío, dejando claro lo ilógico de la situación.

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El caos degeneró en disturbios y la policía tuvo que reprimir la situación imponiendo su autoridad, formando un cordón humano hasta expulsar a los españoles del recinto a golpe de empujones. Un miembro de la RFEF llegó a poner la mano en el objetivo de la cámara de un fotógrafo del diario Marca para evitar que este reflejara los altercados. Así, más de 200 aficionados españoles se quedaron a las puertas, mientras sentados en la grada observaban la sesión decenas de polacos y representantes de las empresas patrocinadoras de la Selección.

"¿Qué le costaba a la RFEF decir que no quedaban entradas para el entrenamiento? No nos hubiéramos recorrido todo el camino para llegar hasta este pueblo, pero con esta federación siempre hay que ir a ciegas", apunta Antonio, un seguidor canario que se encuentra de Erasmus en Gdansk. La bochornosa imagen que deja España y la RFEF con esta situación es sólo un paso más en la prostitución de la estrella. El dinero, como siempre, por encima del fútbol y los aficionados.

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Francisco Ortí (Enviado especial a la Eurocopa 2012)

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