Ranieri, cómo hacerse millonario sin entrenar en el intento

El italiano es el nuevo entrenador del Monaco después de una carrera repleta de contratos millonarios

Claudio Ranieri es uno de esos tipos de nació de pie, no le dio muchos palos al agua, pero la suerte le vino tan de cara, que sin hacer nada en toda su carrera como entrenador, ha podido entrenar a Nápoles, Fiorentina, Valencia, Atlético de Madrid, Chelsea, de nuevo Valencia, Parma, Juventus, Roma, Inter de Milán, y ahora, Mónaco, siempre cobrando finiquitos astronómicos y con resultados deportivos más que cuestionables.

Tuve la oportunidad de conocer a Claudio Ranieri en 1997. Fue una comida distendida, tranquila, con un italiano todavía con el pelo oscuro, que hablaba sin parar, reía con fuerza, y se le veía con ganas de triunfar. Llegaba al Valencia de finales del siglo pasado, tras un paso aceptable por el Nápoles de la era post Maradona y un trabajo notable en Florencia con los “viola” de Batistuta y Rui Costa.

En Mestalla salió como un héroe tras casi dos años, ganando una Copa y dejando al Valencia en Champions League. Al Atlético de Madrid lo dejó al borde del descenso, y, aunque no fue quien lo consumó, lo dejó muy próximo. De allí a Londres, al Chelsea, donde su trabajo no estuvo mal del todo, llegando a unas semifinales de Champions, pero fue arrasado por el ciclón Roman Abramovich y dejó paso a Jose Mourinho. En Stamford Bridge cobró 6 millones de euros, y ahí comenzó a ser una máquina… de ganar dinero.

Si me llama el Valencia me voy nadando” fue su frase cuando en 2004, Manuel Llorente y Juan Soler andaban desesperados buscando el sustituto de Rafa Benítez. 12 millones de euros por 3 temporadas y plenos poderes deportivos. El fracaso fue absoluto, total, devastador. En febrero fue cesado tras caer en la UEFA de forma vergonzosa, y el finiquito rozó los 8 millones de euros. Todo el crédito ganado en su primera etapa lo perdió en unos meses. Un tipo con pocas ganas de trabajar, pensando que lo tenías todo hecho, y sabiendo que era la salvación de unos dirigentes que le habían obligado a marcharse en 1999. Quizá fue una dulce venganza para él.

Dos años sin trabajar, quién lo iba a querer, hasta que el Parma, que estaba pasando por momentos deportivos delicados, se hizo con sus servicios para salvarse de un descenso que llegaría años después. Fue una especie de redención deportiva, porque llegaba arriesgando a un proyecto en el que se jugaba mucho, y salió bien parado. No ganó un título, pero salvar a aquel Parma no era fácil y lo hizo. Al César lo que es del César, y a Claudio lo que es de Claudio.

Tras ello, llegó nada más y nada menos que la Juventus, todavía en proceso de reconstrucción tras su descenso en los despachos a la Serie B. Una temporada aceptable, con los bianconeros terceros, volviendo a la Champions League, pero muy lejos de Inter (campeón) y Roma (segundo). En el siguiente curso mejoró el puesto, siendo segundo, pero continuó muy lejos de poder pelear por la Serie A, quedando a 10 puntos del Inter de Milán, nuevamente campeón.

Cuando en Turín se dieron cuenta que no llegarían donde querían con él (tardaron 3 años más en alcanzar el objetivo), decidieron no prorrogar su estancia. De nuevo, con un buen puñado de euros y nada ganado, buscaba un nuevo lugar. Lo encontró en casa, en la suya, la Roma. Allí tuvo problemas, y más problemas. No se sabe muy bien si buscados o encontrados, pero su relación con Francesco Totti (en descargo de Ranieri se puede decir que fácil con el “10”, nunca ha sido) fue tormentosa, apareciendo en los medios mil y un roces que no beneficiaron al equipo. Aún así, el equipo gialloroso, terminó segundo, a dos puntos del Inter, y dando la sensación en algún momento de poder conquistar el título. En la ciudad eterna aguantó hasta que los resultados le dieron la espalda y al también eterno Totti se le agotó la paciencia.

Tras abandonar el Olímpico de Roma por la puerta trasera encontró acomodo en otro proyecto acostumbrado a convivir con la demencia y los excesos económicos, el Inter de Milán. Enagenado por el mal inicio de temporada del equipo, Massimo Moratti destituyó a Gasperini y llamó a Claudio Ranieri. Lo consideró el hombre ideal para asumir una misión desesperada y el técnico italiano respondió poniendo la mano para recoger su salario durante seis meses y dejando al equipo en la misma situación en la que lo había encontrado: destrozado.

Su nula influencia en la temporada del Inter de Milán no ha provocado que Claudio Ranieri haya perdido ni un ápice de su crédito y volverá a tener entre sus manos un proyecto millonario de los que tanto le gustan. El italiano ha fichado por el Mónaco que afronta el complicado reto de lograr el ascenso a la máxima categoría del fútbol francés siendo, de largo, el equipo con mayor presupuesto de la Ligue 2. Ranieri continuará su carrera rodeado de lujo, yates y, sobre todo, muchos millones. Hagan juego.

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