80. Ronnie Ekelund, no todos los daneses son Michael Laudrup
El cupo de extranjeros en los noventa frustró su paso por España
En el año 1987 el aficionado danés al fútbol tenía motivos para mirar al futuro con esperanza. Su selección venía de hacer un Mundial más que digno donde sólo cruzarse con la inspiración de Emilio Butragueño destrozó los sueños de una generación irrepetible. Michael Laudrup era una de las jóvenes figuras de aquel equipo a pesar de su paso gris por el Calcio mientras que su hermano Brian comenzaba a dar que hablar.
Fue un impás entre aquella mágica participación mundialista y su desastre en la Eurocopa de 1988 donde el campeonato local regaló una de esas efemérides que cuestan de olvidar. Ronnie Ekelund (Glostrup, 21 de agosto de 1972) se convertía en la reveleción del año llegando con quince años a la sub17 danesa y sólo unos meses después, siendo el jugador más joven en debutar en la Primera danesa con el todopoderoso Brondby mientras seguía progresando en las inferiores de la selección dispuntando el Europeo sub17 en 1989 y tras un breve paso por la sub19 siendo una de las estrellas del sub21 que se clasificó para la disputa de los Juego Olímpicos en Barcelona en el verano de 1992.
En Barcelona el joven talento se presentó como bicampeón con el Brondby y con más de sesenta partidos con el primer equipo a la espera de dar el salto a una liga más potentes, seguramente lo único que le faltaba para convertirse en internacional absoluto.
El pobre papel de Dinamarca en aquellos Juegos no fue problema para que Toni Bruins pasara buenos informes a Johan Cruyff quien dio el OK para que el club negociara con el Brondby y pagara una cantidad cercana a los treinta millones de pesetas (unos 180000€), una cifra algo baja ya que el jugador se acercaba al fin del contrato con su equipo.
La llegada de Ekelund a Barcelona coincidió con la de otro clásico en esta sección, Goran Vucevic, y ambos jóvenes talentos fueron relegados al Barça B debido a que sólo se podían inscribir a cuatro extranjeros (no tardaría mucho en llegar la Ley Bosman) y a pesar de su proyección, se encontraban varios escalones por detrás del propio Michael Laudrup, Ronald Koeman, Hristo Stoichkov y Richard Witschge.
Será fácil resumir el paso por el primer equipo de Ekelund, ya que a lo largo de los cinco años de su relación contractual sólo disputó treinta y tres minutos en un partido ante el Racing de Santander de la temporada 93/94 que acabó empate a uno. El resto de sus dos primeros años los desempeñó como buen jugador del filial culé pero que no llenaba las aspiraciones de un Ekelund que no dio el salto a la seccióna absoluta perdiendo la oportunidad de integrar a la Dinamarca que ganó la Eurocopa de 1992, aunque hubiera sido de manera testimonial.
Y es que en el verano de 1994 Ekelund había agotado su paciencia y pidió al club que le buscara un equipo de la máxima categoría que le diera minutos para que su carrera no se estancara. Así comenzó el habitual camino de cesiones que siempre acompañan a los jóvenes fichajes frustrados de esta sección. Su primera parada (y eso que el Sevilla le intentó conseguir como cedido) fue Southampton gracias a la amistad entre Cruyff y el entrenador de los Saints, Alan Ball, quien necesitaba de un centrocampista zurdo de toque. Allí coincidió con el gran Matt Le Tissier quien le llegó a definir como el mejor futbolista con el que había jugado y dejando unos números esperanzadores para relanzarse ya que jugó diecisiete partidos y consiguió cinco tantos.
En el equipo inglés estaban satisfechos con su rendimiento pero la negativa a pasar por el quirófano para resolver de manera definitiva sus problemas de espalda que tantos problemas le habían causado en su primer año por el riesgo de tener que abandonar el fútbol si la cosa no salía bien, frustraron el pase definitivo y obligaron al Barça a buscarle un nuevo destino, ya que continuaba sin sitio en el primer equipo. Su nuevo destino fue el Manchester City. Un City muy diferente al que conocemos hoy en día y donde sus problemas físicos le relegaron a dos participaciones ligueras y un par más en las distintas copas inglesas en unos tres meses que precedieron su paso testimonial por el Coventry (tres meses sin jugar un solo partido) que sirvió de interludio para su última cesión al Lygnby donde tampoco mejoró sus números pero que sirvieron para que el equipo azulgrana decidiera romper el contrato que les unía haciendo a Ekelund dueño de su carrera.
Como agente libre volvió a su país para jugar en el histórico Odense, donde se mantuvo durante tres temporadas antes de intentar una nueva aventura en un fútbol más mediático llegando a la segunda división gala para enrolarse en las filas de un Toulouse con el que logró el ascenso a la Ligue 1 pero no convencer a su técnico quien no le renovó.
De nuevo sin equipo hizo una prueba con el Bolton pero una nueva lesión le quitó la oportunidad de firmar y, quizás por primera vez en su carrera profesional, la suerte le guiño el ojo cuando apareció un ex entrenador de su etapa en Southampton para llevárselo al modesto Walsall con el único objetivo de recuperar la forma física.
Con veintinueve años y sin opciones de jugar en algún torneo de nivel medio, surge la oportunidad de jugar en la MLS por medio de los San José Earthquakes donde Ekelund vive sus mejores momentos como jugador desde hacía lustros. Se convierte en un fijo jugando una media de treinta partidos al año y logra levantar dos títulos, la Copas de 2001 y 2003 convirtiéndos en uno de los primero mitos de la franquicia a la que sigue enrolado dentro del staff técnico tras un breve paso por los California Cougars.
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