Scholes, la efectividad de colgar las botas

Desde su regreso, los Red Devils suman 34 de 36 puntos posibles

Un ligero toque para controlar, pasito al frente desde la frontal y disparo inapelable a la red. El verano había comenzado en Old Trafford y el primer partido preparatorio para la nueva campaña, clonó aquellos goles que durante 19 temporadas había repetido hasta en 150 ocasiones. Fueron seis, ante un vintage como el Cosmos estadounidense y un 5 de agosto, pero ninguno tan especial como el primero. Aquel potente golpeo, siempre desde la segunda línea, sorprendiendo por colocación y surgiendo con libertad, se celebró con especial efusividad, recordando al que años antes había clasificado para la final de la Champions al Manchester United. Pero este, era el último de una carrera ejemplar que decidía descalzarse, el final para uno de sus iconos: Paul Scholes.

"Retirarme no es una decisión que haya tomado a la ligera. Siento que es el momento de dejar de jugar. Haber formado parte del equipo que ha ganado la decimonovena Premier es un gran privilegio. Doy gracias eternas a Sir Alex, por ser tan grande y por abrirme siempre la puerta. Con él, el equipo ganará más títulos”. Palabras de un adiós, de una despedida con lágrimas que destrozaba el mediocampo del campeón inglés, obligado a una renovación que no convenció a Ferguson. El día de su salida rumbo al banquillo del equipo juvenil, el escocés aseguraba que iban a “echar de menos a un jugador tan grande, realmente increíble”.

Tanto lo anheló, que ante las continuas bajas de Cleverley, Fletcher, Anderson (todos con media temporada o más perdida por lesión) y la debilidad notable de su medular, no tardó en recular. Imagino el móvil y esa conversación donde Ferguson pide volver a Scholes. “¿Te parecería bien volver?”. Menos de 24 horas más tarde, estaba vestido de corto en todo un Derby de Manchester. Desde esa tarde, el Manchester United ha sumado 34 de los 36 puntos posibles. Efectividad máxima.

La decisión de Sir Alex fue completamente acertada pero no era fácil de digerir para los analistas. Las notables pérdidas en la medular, hacían necesaria una reacción rápida y efectiva que de ninguna manera podría asegurarse con un fichaje en el mercado invernal. La opción sería costosa, posiblemente no bien meditada, necesitaría periodo de adaptación y acabaría debilitando la presencia a largo plazo de quienes estaban lesionados. Se habló de Javi García, de Rasmus Elm o de Kevin Strootman, pero con las divisas en la cartera, acabó confiando en quien más confiaba. Porque sólo así, con la premisa del excelente trabajo desarrollado durante dos décadas, un club poderoso que aspira a todos los títulos año tras año, decidió repescar a un recién retirado, de 37 años, asmático y con problemas de rodilla desde tiempos ancestrales. Mermas que jamás hicieron dudar a Ferguson, que hoy elogia el comportamiento de su pelirrojo, aunque no por sorprendente, sino por diferencial.

Con Scholes de titular, el Manchester United únicamente ha perdido un partido y su puesta en escena cuando mayores problemas arrastraba el campeón inglés, supuso un punto de inflexión en la temporada pues otorgó liderazgo en una plantilla joven que no podía responder ante los millonarios vecinos citizens. “Controla el juego, con él siempre podemos controlar el ritmo en estos partidos y lleva haciendo eso mejor que nadie en la última década. Encima marcó otra vez, lleva tres en media temporada. Tiene 37 años y aún es capaz de todo esto y más. Es parte integral de lo que ha sucedido a nuestro favor en las últimas semanas”, dijo Alex Ferguson tras vencer al QPR con un tanto del mediocentro, el mismo que ha marcado cada temporada desde su debut en 1994.

Un personaje tímido, que se ganó adeptos eternos en cualquier rincón del planeta y al que muchos en Inglaterra piden para la selección de cara a la Eurocopa de este verano (dejó el combinado en 2004 para centrarse en el United). Un Scholes que levantará en unos días su undécima Premier League tras aportar tanto como en sus años de mayor influencia. Una más, aunque quizás, no la última.

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