Tendencias, salón de té y aspersores
Milan y Barcelona ofrecieron un espectáculo pese a la ausencia de goles

Partido sin goles el de ayer en Milán. Un 0-0 dramático para el espectador, que despierta la euforia en la mitad rojinegra de Milán y que deja con cierto malestar a un Barcelona que hizo más y mejor por ganar el partido y dejar en bandeja la eliminatoria. Un empate a cero en un buen encuentro de fútbol, que si bien no sentencia nada, al menos sirve para evidenciar y clarificar las tendencias que se traían de base. Unos juegan y otros esperan.
El guión fue el previsto, un Barça que más allá de un susto inicial intentó narcotizar el partido desde el toque, amarrándose a la seguridad que le otorga la posesión de balón y los automatismos propios de ese fútbol paciente propio de un salón de té.
El equipo de Guardiola proponía con el balón y el Milan aguardaba su momento sin él. Unos viven por y para el centro del campo, erigiéndose en el leitmotiv de su fútbol, y otros conciben el centro del campo como una mera formalidad en la que labrarse una oportunidad para la recuperación y lo que surja.
Azulgranas que tocan y tocan, con mayor o menor profundidad, con más o menos acierto, y con paciencia cuestionable. Por otro lado, diez jugadores rossoneri que buscan a Ibrahimovic con el noble fin que el sueco desahogue y descargue con los Seedorf, Nocerino y Boateng como principales compinches. A Robinho se le vio en el primer minuto y no se supo más de él. Como decía Paco González (COPE) ayer noche, “Ibrahimovic parece el padre, y Robinho el hijo pequeño que le acompaña al trabajo y se queda mirando” .
Más allá del estado del césped, lamentable e indigno para un templo balompédico como es San Siro, de las polémicas arbitrales (se reclaman dos penaltis desde el bando culé, siendo el de Alexis cuestionable y el de Mesbah a Puyol meridiano), y la mala suerte en acciones puntuales, lo cierto es que el Barça jugó bien, muy bien por momentos -especialmente del minuto 15 al 45 del primer tiempo- pero es justo reconocer que Messi pecó de cierto individualismo, Iniesta estuvo desacertado en los pases y los controles, Xavi Hernández no tuvo la lucidez de otros partidos y Alexis Sánchez estuvo muy nublado en la definición.
La sensación que queda al final es que el AC Milan está varios peldaños por debajo del actual Barça, algo que se sospechaba y ayer se confirmó, pero no se puede negar que el heptacampeón de Europa tiene una capacidad innata para competir y sobrevivir. El caché, la camiseta, el escudo o el azar le hacen ser peligroso aún y cuando sobre el campo se comporta como un equipo pequeño, muy pequeño, rozando la mezquindad y la sumisión por momentos.
En rueda de prensa, Massimiliano Allegri se mostró pletórico con el 0-0, es lo que tiene ser un tanto tibio. Un entrenador mediocre, tirando a malo que tiene la gran suerte que la Serie A está como está, y que Ibrahimovic está firmando su mejor temporada como profesional.
Guardiola por su parte afirmó: "Contra el Milan nunca se sentencia la eliminatoria. Pero hemos sido nosotros en un partido de alta exigencia. Ellos están satisfechos del resultado y ese es el mejor elogio que podemos recibir de un equipo que tiene siete Copas de Europa".
La evidencia es que Allegri firmaba el 0-0 de inicio y Guardiola no, por más que se muestre conforme. Hace años esto sería impensable, el status quo del fútbol europeo ha cambiado. El favoritismo en la eliminatoria sigue siendo culé, pero la posibilidad del KO está presente y eso puede llegar a atormentar de cara al partido de vuelta si no se gestiona con tranquilidad e inteligencia.
La próxima semana será el club catalán el que pone el estadio, la hinchada y el césped. La inercia arrolladora y abusiva del conjunto azulgrana en su casa invita al optimismo, pero ojo, porque un empate a goles te liquida en la Champions y te hiere de manera letal en la Liga. Este Milan de pocas 'allegrias' jugar juega poco, muy poco, pero es un competidor nato. Allegri sueña con emular a Mourinho y hacer saltar los aspersores en el Camp Nou.
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