El Imperio caído de Fernando Roig
En Villarreal el oro ya no reluce
La Historia del Ser Humano ha dejado claras evidencias de poblaciones capaces de conquistar territorios enemigos, de ganar batallas históricas. Terrenos que de la nada, de agrupaciones pequeñas, han sido capaces de crear imperios, estados que han sido el fruto de mezclas culturales y raciales.
Crear grandes instituciones, prácticamente de la nada, es el factor común de todos los organismos que arrastran masas, ya sean empresas o como en este caso, clubes de fútbol.
Un claro ejemplo de club de fútbol que ha vivido y crecido en todas las categorías, llegando incluso a codearse con los mejores clubes europeos en la UEFA Champions League, es el Villarreal, con su presidente Fernando Roig como principal estandarte.
Un equipo que se vivía en las categorías humildes, ahí donde el fútbol se ve desde el punto de vista del pobre, que mira con envidia hacia arriba viendo a los clubes de Primera División. Fernando Roig decidió instaurar un método de gestión basado en la cantera, en un equipo interesante de ojeadores en busca de promesas y en negociaciones medidas, lo que, en apenas cinco años les llevó de militar en la Segunda División a participar por primera vez en su historia en Europa, mediante la Copa Intertoto.
Sus méritos no quedaron ahí, ya que si se echa la vista más atrás en esa época se puede apreciar como en el periodo 1991-1998 el conjunto amarillo pasó de jugar en la humilde Tercera División a Primera, previo paso por Segunda División B y la categoría de plata. Una auténtica revolución futbolística e institucional que en quince años aproximadamente pasó de las categorías más menospreciadas a nivel mediático a llegar a todas unas Semifinales de Liga de Campeones, donde el famoso penalti fallado por Román Riquelme les privaría de una clasificación contra el Arsenal.
El ámbito del Villarreal no se centraba en España, ni tampoco en Europa, sino en Sudamérica, donde los ojeadores del club se pasaban gran parte de su tiempo en busca de jóvenes promesas, en jugadores interesantes para adquirir, acabar de formar o, en algunos casos, para tener ficha en el primer equipo. Nombres como Martín Palermo, Arruabarrena, Gaitán, Schelotto, Battaglia, Belletti o Jefferson Montero, entre muchos otros, fueron llegando a la disciplina castellonense en un claro trabajo bien hecho, gestionado y llevado a cabo con vistas a la armonía del club.
No existían problemas financieros, el club vivía en un almacén de positivismo. Además, al no ser considerado un club grande en España, los éxitos deportivos en forma de clasificaciones europeas, victorias ante Barcelona o Real Madrid o la importancia ascendente en materia europea del Submarino Amarillo, hacían que sus méritos se saborearan todavía más. Una humilde y recogida población que apenas superaba los 50000 habitantes estaba en boca de toda Europa.
Sin embargo, todo lo que sube baja. Más tarde o más temprano la armonía, los días soleados, el positivismo, los números eficientes llegan a su fin. Sí, nada es eterno, y así está comenzando a sentirse en los aledaños del Madrigal.
El Villarreal contaba en sus filas con jugadores deseados, de esos que es un placer verles, de los que llaman la atención. Temporadas anteriores jamás se habría pensado que pudieran abandonar el club teniendo en cuenta las rígidas directrices en materia de negociaciones de Fernando Roig.
Sin embargo, la delicada situación del conjunto amarillo que vive en la actualidad ya comenzó a desplegarse el pasado verano, cuando el presidente se vió obligado a vender a dos de sus estrellas. Santi Cazorla, con destino Málaga, y Joan Capdevila, con destino Lisboa, dejaban el Villarreal, previo pago, eso sí, de interesantes cantidades económicas.
La economía del Villarreal no es tan sana como en años predecesores. Se hablaba cinco años atrás de que habían en caja, de la mano de Fernando Roig, hasta 250 millones de euros para las cinco temporadas siguientes. Sin embargo, nadie contaba por aquel entonces con un vacío en competición europea, nadie tenía en cuenta que pretender que el Villarreal participara todos los años en la Liga de Campeones era un reto importante, a la vez que complicado. Así, dos años sin participación europea, y otros tantos en Copa de la UEFA (con sus ingresos menores) hicieron que las arcas del club se resintieran y finalmente hayan tenido que echar mano de las ventas para reflotar la economía amarilla.
Ese es uno de los factores que preocupan, pero además, hay que tener en cuenta que el Villarreal ha tenido hasta el día de hoy tres entrenadores. Una situación que, ante todo, es curiosa y es un claro síntoma de que las cosas no van tan bien como se preveían.
En decimoséptima posición, a tan solo cuatro puntos del descenso, presentan a Miguel Ángel Lotina, nombrado técnico del Villarreal durante la pasada semana, como el salvador de un proyecto venido muy a menos.
La economía se está resintiendo en el Villarreal y en el ámbito deportivo se encuentran en la peor situación desde sus once temporadas de manera consecutiva que están en Primera División.
El Imperio de Fernando Roig se hunde poco a poco y la preocupación en la Plana Baixa comienza a planear y sobrevolar los terrenos de Miralcamp y del Madrigal. Todavía tienen opciones de que la cosa no vaya a peor, que no se complique el horizonte, pero deben remontar el vuelo de manera considerable para no sufrir en exceso, situación complicada viendo el panorama y la recta final que ya encara la Temporada 2011/12.