Olympique Marsella: Brandao, un anómalo ‘salvador’

El delantero dio la clasificación a los marselleses

"Cada uno tendrá su interpretación, pero esto sale de un buen sentimiento por parte de los jugadores. Brandao está afectado por este caso en la justicia, pero se le aprecia en el plantel, donde lo queremos mucho”. No eran palabras de elogio a un delantero que acababa de marcar el gol que colocaba al Olympique de Marsella en cuartos de final de la Champions League. No eran recuerdos del jugador que había silenciado Meazza en el tiempo de prolongación para tumbar al Inter de Milán. Y ni siquiera eran citas para abanderar la exaltación que cada hincha del OM debió sentir este martes alrededor de las 22:45 de la noche. En ese momento, aquellas frases solidarias de hace unos meses, tomaron fuerza y sentido grandilocuente. Mostraron la unión de un colectivo sólido, humilde y defensor de uno de sus integrantes, porque aquella manifestación del vestuario marsellés deseaba animar al mismo que ahora es su anómalo ‘salvador’.

Brandao había saltado al césped con una ajustada zamarra anaranjada (imposible no citar tal equipación) y decidió el destino de la ciudad más pasional de Francia, nada acostumbrada ya a noches heroicas a ojos del continente. Un personaje alejado del poder mediático que sí manejan otros compañeros, poco amigo de los flashes y muy dado a generar un ambiente festivo y apto en el corazón del Velodrome. Se critica su corpulencia, su poca técnica individual y hasta su forma física, pero siempre fue arropado como uno de los símbolos del proyecto de Didier Deschamps. Un católico confeso que daba gracias a Dios por ese gol (las primeras palabras de Brandao recordaban promesas previas que se habían cumplido: “Sabía que iba a marcar, doy gracias a Dios por ello”), pero sobre todo, por rescatarlo para el fútbol de primer nivel, el que hace sólo unas semanas, pensaba en no pisar jamás.

Una noche de fiesta en una discoteca de Aix-en-Provence, alguna alegría ‘extra’ y una chica como acompañante en su coche, fue el negativo contexto que enturbió la tranquilidad del delantero brasileño en su periplo en Marsella. Nunca había alcanzado el estatus de estrella desde que llegó como refuerzo ofensivo desde el Shakhtar Donetsk y ni siquiera se había confirmad jamás como la pieza principal del ataque marsellés, pero su alegría y oportunismo, sí había generado sensaciones positivas en el Velodrome. Aquella madrugada, iba a desencadenar los momentos más complicados de la vida de un Brandao, que fue acusado de violación por la misma chica que había montado en su coche. Los abogados del paulista defendían que había sido una relación “consetida y deseada”, pero aquello no evitó que fuera imputado, obligado a entrevistarse con "expertos en personalidad" por orden del juez. Pese a que la chica retiró la denuncia, la acción pública decidió continuar de oficio con la investigación y por temor a represalias, el OM decidió sacar a su jugador de la ciudad.

Brandao, detenido hasta en tres ocasiones, no aguantaba la presión y pese a haber rechazado desde el primer momento esas acusaciones y estar enamorado deportivamente de su club, decidió cortar de raíz y regresar a Brasil. Buscaba estabilidad, respaldo familiar y una tranquilidad obstaculizada gravemente en Marsella. Su vestuario, que nunca olvidó a uno de sus más alegres integrantes, decidió defenderlo a muerte pese a las críticas públicas de una sociedad que no entendía cómo se permitía ese respaldo a un ‘posible violador’. Tan fuerte fueron las quejas y disputas generadas por los mensajes que surgían del corazón marsellés, que incluso Didier Deschamps tuvo que dar la cara: “Sabía que los chicos iban a mostrar mensajes de apoyo a Brandao. Pero es nuestra opinión. Yo no lo he prohibido y sólo es un ‘guiño’ a uno de los nuestros”, explicó.

Fueron meses inestables porque ni en Cruzeiro primero ni en Gremio después, Brandao encontró su nivel adecuado. En mitad de sus intentos por regresar a la normalidad, aparecieron más incidencias que le obligaban a regresar a Marsella para un ‘careo’ con la chica que lo acusaba o a someterse a charlas divulgativas. Demasiadas incidencias como para que recuperara sus mejores sensaciones en un Brasileirao que le fue hostil desde el primer día. La confianza en su renacer no tuvo defensores y hace casi tres meses, volvía a Marsella. Silencioso y entrando poco a poco en las convocatorias mientras trabajaba para recuperar su tono físico adecuado, logró salir indemne con la justicia, liberado de una investigación sin más pruebas y pensando que sus días grises ya lo había abandonado.

Anoche, en Meazza, con su OM contra las cuerdas, decidió devolver todo el apoyo de un vestuario que siempre confió en él: “Me pidió entrar en el tramo final y me dijo que marcaría el gol. No vi razones para no darle minutos y él respondió”, decía Didier Deschamps anoche tras eliminar al Inter de Milan y poner los dos pies en cuartos de final de la Champions. El gol clave, el de la eliminatoria y el que devuelve al OM a la élite continental, había llegado. El anómalo ‘salvador’ de Marsella, ya está de vuelta.

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