Ante la derrota, malas artes
El Barcelona hace público su malestar
En tiempos de bonanza no existen los lloros. Los altibajos son menos acentuados, las tristezas se llevan mejor, los baches son menores. Ahora bien, cuando todo se vuelve en contra, cuando la situación cambia, el bajón moral llega pronto.
Años de éxitos, años de plenitud deportiva. Positivismo por todos los lados. El cielo era todo lo que les rodeaba. Eran invencibles, eran el equipo a batir por todo el Mundo futbolístico. Practicaban un fútbol innigualable, eran el mejor equipo del momento. Sus encuentros, goleadas. Sus jugadores, siempre perfectos. Su entrenador, el mejor del planeta.
El Barcelona de las últimas temporadas ha marcado una época en la Historia y sus plantillas siempre quedarán grabadas en las retinas de millones y millones de aficionados en todo el Mundo. La 'era Guardiola', hasta la fecha, suma 15 de los 18 títulos en los que los barcelonistas han participado desde que el técnico de Sampedor capitanea el banquillo azulgrana.
Sin embargo, en los tiempos que corren, los elogios propios y de terceros que tanto se han caracterizado hasta hace muy poco se les han vuelto en su contra. Los resultados positivos ya no predominan, ya no abundan por su exceso. El máximo rival histórico, quien en segundo plano ha ensalzado todavía más los enormes números de las últimas temporadas, cuenta con una ventaja de diez puntos en la Liga BBVA que a priori se presentan lejanos, casi inalcanzables.
Ahora es cuando todas esas palabras correctas, educadas, perfeccionistas han desaparecido. Ahora es cuando desde el Barcelona se ha abierto la veda contra los árbitros, contra el fraude, contra las actuaciones que les afectan.
El fútbol perfecto ya no vale, ya que supuestamente hay 'algo' que no les permite ganar. Gerard Piqué hacía saltar todas las alarmas de la polémica, que tanto trabajo le ha costado a Pep Guardiola mantener, y se refería al colegiado Velasco Carballo afirmando que le había expulsado de forma premeditada. No tenía otra cosa que hacer, no, parecer ser.
Por si la polémica no se había abierto del todo salió la figura, cada vez más mediática, de Toni Freixa, portavoz del Barcelona, que clamaba al cielo afirmando que "si las cosas pintaban mal, ahora pintan peor", refiriéndose a las actuaciones arbitrales.
Una situación que hace tan solo unos meses era impensable, que echa por tierra de manera violenta todos los argumentos y trabajo llevado a cabo día a día durante los últimos cuatro años por Pep Guardiola.
Faltaba un invitado sorpresa a la fiesta que sería quien la acabaría de animar por completo. No, no era una stripper saliendo de una tarta, aunque en Madrid podría parecerlo por el gusto que supuso.
Alfons Godall, miembro de la junta directiva del Barcelona cuando Joan Laporta era presidente, afirmaba la teoría de ese fenómeno llamado 'villarato'. El ex-directivo barcelonista afirmaba que en las elecciones a la RFEF había que decidir si ir en contra de Ángel María Villa o a su favor. Ellos decidieron ir con él, con el poder, lo que hacía al presidente estar contento y ésto se traducía en denominémoslo favores arbitrales.
Todo lo que sube, baja. Tópico utilizado universalmente por el ser humano y que encuentra en el Barcelona un nuevo ejemplo.
No hace tanto tiempo el que dominaba claramente en España era el Barcelona y, curiosamente, los lloros y protestas llegaban desde el Paseo de la Castellana con la figura de Jose Mourinho. Aquellos gritos de impotencia eran vistos como poco éticos, de perdedores, de manipuladores, ya que ese fenómeno de malos arbitrajes no eran reales, no eran verdaderos.
Misma situación, mismos protagonistas, pero en aceras diferentes. La polémica, cansada de la rutina, decidió coger el primer vuelo del puente aéreo para instalarse en la ciudad Condal y es ahora allí donde se clama al cielo contra los arbitrajes, contra esa 'mala suerte' que al parecer ahora tiende siempre a equivocarse a favor de los mismos y a afectar a los otros.
Lloros, protestas. Injustícia, la tortilla se da la vuelta. Ya no valen los valores, ya no vale la educación verbal.