Argentina-Perú: una goleada dictatorial
Nunca se ha podido demostrar que Perú facilitara la victoria de Argentina

De la mano de Montse García continuamos un especial en el que recordaremos varios presuntos amaños históricos en un partido de fútbol.
El Mundial de 1978 fue prioritario para la dictadura. Frente a la desidia del gobierno peronista de María Estela Martínez de Perón, al que habían derrocado, los militares emplearon alrededor 500 millones de dólares en conseguir el éxito deportivo y organizativo que deseaba el país. En lo meramente futbolístico, Argentina-78 tuvo un nivel inferior al de los campeonatos precedentes y la anfitriona estuvo acompañada de las ayudas arbitrales y la providencial goleada a Perú que condicionaron el desenlace. No son pocos los que consideran que si otro país hubiera acogido aquel torneo, la albiceleste habría caído en la primera fase pero el destino jugó a su favor.
Como sucediera en Alemania-74, los campeones de los dos grupos se clasificaron directamente para la final, mientras que los segundos disputaron el partido por el tercer y cuarto puesto sin semifinales por medio. En los grupos de la segunda fase destacó por la controversia el de Polonia, Perú, Argentina y Brasil. El conjunto peruano que tan buena imagen había dado en el primer round, se hundió en el segundo. Su derrota ante Brasil por 3-0 solo fue la antesala de una de las actuaciones más bochornosas de la historia, sobre la que siempre planeará la sombra de la estafa. Argentina, por su parte, solucionó su partido frente a Polonia (2-0) con más facilidad en el marcador que sobre el césped.
Igualadas a dos puntos, Brasil y Argentina se enfrentaron en un duelo a vida o muerte. Sobre todo porque el empate a cero acabaría siendo letal para los brasileños. Lo destacable de este partido fue el poco fútbol que hubo comentar debido a la exhibición patadas que se desplegaron bajo la impasible mirada del árbitro húngaro Palotai. Tras el 0-0 llegó el turno de la FIFA. La última jornada enfrentaba a Brasil con Polonia y Argentina con Perú. Si Brasil perdía, su rival disputaría el partido de consolación. La FIFA parecía obstinada a favorecer los intereses de la anfitriona y mantuvo intacto el programa previsto pese a las protestas de los brasileños, que jugaban unas horas antes que Argentina. Ambas selecciones estaban empatadas a puntos y en caso de que ambas ganaran, se clasificaría para la final mediante la diferencia de goles.
En el Brasil vs Paraguay, los primeros se estrenaron en el marcador gracias a uno de los goles más recordados en la historia del fútbol mundial por un lanzamiento de falta de Nelinho. El resultado final daría la razón a Brasil con un 3-1. Pudieron golear pero se conformaron creyendo que sería suficiente para llegar al último encuentro pero pronto descubrieron que habían pagado caro esa complacencia. Horas más tarde, Argentina saltaba al campo de Rosario sabiendo que necesitaba una diferencia de cuatro goles para superar a Brasil.
Parecía imposible pero la realidad superó los sueños de los más optimistas. Los primeros minutos fueron complicados para los argentinos que comenzaron nerviosos y descolocados pero lograron irse al descanso con dos goles de ventaja. Perú y Brasil comenzaban a caer en el olvido. Solo necesitaron los cinco primeros minutos de la segunda parte para conseguir el 4-0. La defensa peruana no acertaba a despejar ningún balón y los pocos que cazaron no tardaban en volver a su área. Desde fuera daba la sensación de que Argentina jugaba contra un equipo infantil y principiante, no contra el cuarto finalista de un Mundial. Dos nuevos empujes albicelestes obraron el 6-0.
La fiesta en las gradas contrastaba con la desdicha brasileña y la impotencia peruana. Brasil no dudó en protestar y acusar abiertamente a Perú de haber regalado el partido. Los dardos se dirigieron principalmente a Quiroga, el portero argentino nacionalizado peruano. Acusado por las sospechas, se defendió mediante una carta abierta publicada en la prensa. En su defensa cabe decir que casi todos los goles que recibió fueron a bocajarro y que en ninguno de ellos falló de manera descarada. Desde aquella fecha han pasado más de treinta años durante los cuales no se han hallado pruebas que demuestren que hubo amaño o que Perú facilitase la goleada a Argentina. Aún así la sombra de la sospecha siempre ha existido.