Vicente del Bosque, el futbolista

Recordamos la etapa como jugador del actual seleccionador de España

"Si yo fuera jugador me gustaría parecerme a Busquets" fueron las palabras que empleó Vicente del Bosque para defender su cuestionado doble pivote en los inicios del Mundial de Sudáfrica. Sea cierta o no dicha afirmación, la realidad es que el seleccionador español se calzó las botas en su juventud con un estilo propio que no pasó desapercibido. Su prodigiosa calidad técnica y la tranquilidad con la que ejecutaba las acciones hicieron de él uno de los mejores organizadores del fútbol español durante los años setenta. Como casi todos los jugadores de clase que no muestran un espacial espíritu de combate, fue muy discutido por ciertos aficionados, que le acusaban de lento e indolente. Quizá por ello y por su poca capacidad goleadora, no gozó de continuidad en la selección nacional. En los últimos años de su carrera retrasó su posición para convertirse en líbero.

Imaginar a Del Bosque sobre el césped es hacerlo mirando de reojo a su perfil actual. Es decir, un futbolista con un carácter servicial, comprensivo y apaciguador. Enemigo de polémicas y alejado de excentricidades. Sin embargo, no se asemeja demasiado a la imagen que hoy se tiene de él. Era puntilloso, quisquilloso en sus declaraciones y demostraba tener un carácter especial. De hecho, cuando se afianzó en el Real Madrid se convirtió en el cabecilla sindical y fue uno de los principales estandartes de una de las primeras huelgas del fútbol español desde que se constituyera la AFE en 1978. Aunque existían otros motivos de peso, los jugadores decidieron luchar por el límite de edad en Tercera. Por aquel entonces, la Federación había restringido a 23 años la edad para jugar en dicha categoría. El trasfondo de esta medida no era otro que evitar que se convirtiera en un asilo para veteranos en favor de la protección a las canteras de los clubes. Los futbolistas, por el contrario lo veían como cierre a sus opciones de trabajo. La plantilla del Barça se opuso de manera unánime ya que sus integrantes cobraban gran parte de su salario en dinero no declarado y porque la exigencia liguera no lo permitía. Eran líderes de la tabla seguidos por la Real, a un punto, y a tres del Real Madrid.

Las presiones a Del Bosque por parte de la directiva blanca no se hicieron esperar. Pero él fue fiel a sus convicciones aun cuando el resto de jugadores y, por tanto de clubes, fueron borrándose de la huelga. Tan solo quedaron cuatro: Real Madrid, Castellón (ex-equipo del salmantino y que ya había descendido matemáticamente), Valencia y Zaragoza. El destino quiso que las trayectorias de tres referentes del madridismo fueran protagonistas aquel día. Vicente por liderar una revolución, Míchel por debutar en la primera plantilla que jugó con el filial y Emilio Butragueño por hacer lo mismo con el Castilla.

Vicente Del Bosque como jugador del CastellónAunque con el paso de los años Del Bosque fue moderándose y calmando su discurso, nunca perdió la humildad con la que se inició en el fútbol. Como cualquier crío, dio sus primeras patadas a un balón en modestos equipos de su tierra como el Fátima o el Salomé. De ahí dio el salto al filial del Salamanca con dieciséis años para jugar de nueve gracias a su facilidad goleadora. No pasó desapercibido para el Real Madrid que lo fichó en la temporada 1970/71 pero con la intención de cederlo para que terminara de hacerse a fuego lento. Sus años en Castellón, con breve paso por el Córdoba, no fueron todo lo satisfactorios que él deseaba por culpa de las lesiones. Las más graves, una de menisco y de clavícula, que entorpecieron su trayectoria. Tras esa primera campaña regresaría a Madrid para ser usado como moneda de cambio en el fichaje de Verdugo. Poco tiempo estuvo en el club andaluz ya que debía volver a Castellón, esta vez para dar a conocer su mejor versión y ayudando íntegramente a que subieran a Primera.

Ya no había dudas, Del Bosque estaba preparado para compartir vestuario junto a Zoco, Pirri, Camacho, Amancio o Santillana. Sus registros como jugador del Real Madrid estuvieron a la altura de lo que se esperaba de él. Aunque jugaba en posiciones muy alejadas de la portería contraria, algo impensable en sus comienzos, logro colarse en más de una ocasión entre la defensa rival para anotar hasta 37 goles. Con la llegada de Butragueño, Míchel, Sanchís y Martín Vázquez se iniciaría una de las mejores generaciones de canteranos del fútbol español. La Quinta del Buitre había nacido y llegaba el ocaso para otros jugadores que debían plantearse colgar sus botas.

Del Bosque se retiró como jugador el 30 de junio de 1984. En aquel mismo instante se produjo el relevo más importante de su carrera. Se despidió de su papel como uno de los futbolistas más singulares de nuestro país para convertirse en uno de los mejores entrenadores del mundo al obtener numerosos títulos, entre los que destaca el Mundial de Sudáfrica. Ahora le toca repetir la hazaña. Un nuevo reto que tratará de resistirse pero que finalmente logrará: ganar la Eurocopa.

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