Sevilla: Liberté, egalité, …¿superioridad?
Míchel se estrenó como entrenador del conjunto hispalense

El Sevilla ha disputado el partido frente a la Real Sociedad con un contundente mensaje en sus camisetas: 'Liberté, egalité, superioridad'. El motivo no era otro que mostrar su apoyo a los deportistas españoles para hacer frente a la polémica que ha surgido a raíz de los guiñoles de Canal+ Francia. José María del Nido ha pretendido responder de manera tajante basándose en el lema de la Revolución Francesa: “Libertad, igualdad, fraternidad”. Para muchos, se ha visto esta acción como una nueva forma de llamar la atención y desviarla del verdadero foco: los malos resultados. Una salida de tono que más que ayudar impide que se calmen las aguas. Es más, parece como si no hubiese recordado que en los dos equipos que se enfrentaban militaban jugadores franceses, que debieron quedarse perplejos ante semejante cartel. Sin embargo, la palabra superioridad con la que Del Nido define al deporte español no es la más indicada para definir el juego de su equipo en el estreno de Míchel en el banquillo sevillista.
El técnico, tras dejar fuera de la convocatoria a Medel y Spahic por la trifulca en el entrenamiento del pasado domingo, recompuso el equipo e introdujo novedades en la alineación. Bajo palos, Palop. Con Marcelino había sido relegado a un segundo lugar fruto del excelente nivel de Varas, que se ha ido creciendo conforme avanzaban los partidos, y de las continuas recaídas de sus lesiones. Andrés ha demostrado que sigue haciendo pequeña la portería con su presencia y puede alternarse con Javi siempre que el guión de Míchel lo exija. La defensa, huérfana sin Spahic, continua demostrando que le falta agilidad física y mental para no comprometer a su equipo. Un recién llegado Cala, completó el cuarteto, dejando tímidamente destellos de lo que puede ser. Aunque la zaga sevillista seguirá echando de menos el desparpajo y la fortaleza física de Cáceres.
Míchel avisó de un cambio de esquema. Todo apuntaba a que se trataría de un 4-3-3 pero sorprendió con un 4-1-4-1 con Campaña de pivote defensivo. Con esta disposición en el campo, muchos de los jugadores se sentían desorientados. Con el balón en los pies no sabían bien a quién debían pasar, quién se desmarcaba o cuál era su rol. Porque si hay algo que necesita por encima de todo este Sevilla para encauzar su camino, es que exista una jerarquía en el vestuario. Un líder, un pacificador, un animador, el vetarano, etc. Cada uno que sepa cuál es su sitio y lo que debe aportar al resto para conseguir formar un bloque compactado e indivisible. Que nada tenga que ver con las disgregación actual y que no beneficia para la consecución de los objetivos globales.
Los que tenían encomendada la misión de atacar, generar, crear e inventar no encontraron el camino hacia el gol. Ni Trochowski, ni Reyes, ni Navas, ni Manu ni Negredo tuvieron fortuna. Ninguna acción enlazada suya tuvo la fortuna de finalizar entre los tres palos de la portería de la Real. Al Sevilla le cuesta marcar. Por no llegar, ni llegan esos goles de rebote e inocentes que salvan partidos. Tampoco son capaces de recurrir a la heroica de los últimos quince minutos en los que son capaces de remontar partidos como hacían en un tiempo no demasiado lejano.
Al Sevilla le falta chispa, sangre e identidad. Michel ha llegado dejando claro quién es el dueño del vestuario y no se achicará ante nadie. Desea recuperar la ilusión de la afición e incorporarse de nuevo al camino que les lleva a mirar de nuevo a Europa. Es la única forma de salir de esta espiral de malos resultados cosechados desde el mes de diciembre y que les está llevando al terreno pantanoso de los que rozan los puestos de descenso. Tal y como ha querido transmitir del Nido con su mensaje, la superioridad define el deporte español pero, de momento, no al Sevilla en el marcador.
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