Luca Toni, avete capito?
El delantero italiano inicia una nueva aventura en el Al Nasr
Hay jugadores a los que su madurez futbolística les llega tarde. Algunos, incluso se caen por el camino antes de conseguirla. Algo similar a lo que le sucedió a Luca Toni cuando en cierto momento de su trayectoria decidió colocar un punto de inflexión: ¿Abandonar o seguir hasta el final? La decisión tomada no es necesaria decirla. No quiso echar por tierra todos aquellos años de dura preparación desde que empezase a entrenar con cinco años en la provincia de Módena. Allí escalaría poco a poco hasta que lograra llegar al primer equipo, ubicado en la Serie B. Siempre contó con el apoyo incondicional que le brindaba su hermano Andrea. Jamás dudó de sus posibilidades y cada día le acompañaba a las diferentes sesiones.
Mientras otros futbolistas no tardan en dar el salto del equipo que le viera nacer a uno que le ofreciera las facilidades que necesitaba para seguir creciendo con alrededor de diecisiete años, Luca Toni lo hizo ya entrado en los veinte y sin demasiado éxito. Alternó la Serie C en el Fiorenzuela con la C1 en el Lodigiani y de ahí a una triada importante: Treviso, Vicenza y Brescia. Coincidir en el mismo equipo con Roberto Baggio o Pep Guardiola y toparse con el Palermo fueron hechos que cambiaron su vida. Él mismo lo reconoce cuando ha comentado que aunque él anotase muchos tantos, fue el club el que le ayudó a él. Con más de 25 años subió con los sicilianos a la Serie A. Fueron dos años determinantes gracias a los más de cincuenta goles anotados en Liga.
Sus excelentes registros sellaron su pasaporte a la Fiorentina. Dos temporadas más y de nuevo, goles y buen sabor de boca al ser unos de los artífices de la victoria de Italia en el Mundial de 2006. Aunque el Inter se interesó por él, decidió abandonar su país en busca de nuevas experiencias. Quería demostrar que los futbolistas italianos no solo dan lo mejor de sí mismos en su país, sino también fuera de sus fronteras. Su necesidad quedó saciada a base de títulos con el Bayern de Munich. Bundesliga, Copa de Alemania, Copa de la Liga y pichichi no fueron suficiente reclamo para que el delantero se quedase. Los motivos iban desde la añoranza casera a la falta de entendimiento con el estricto Van Gaal.
De nuevo en su hogar, pero con la Roma, y después de seis años al máximo nivel, comprendió que debía poner freno y asimilar todo. Luca quería ser consciente de lo que había conseguido, de cómo lo había logrado y quiénes fueron los que siempre estuvieron presentes en las situaciones difíciles. Le debía mucho a Italia, y a los italianos, por la extrema paciencia que tuvieron mientras no florecía su instinto goleador.
Estaba en deuda con ellos y les quería recompensar. Aunque llegó en calidad de cedido por unos meses, en cada partido recibía el abrazo de los tifosi de la ‘curva sud’. De ahí a Genoa y Juventus. Cesiones que ensombrecen el clímax que había alcanzado. Como bianconeri no ha encajado y al no ser tenido en cuenta en el presente curso ha decidido marcharse de nuevo.
A sus 34 años, sin minutos y con tímidas ofertas italianas que no alcanzan sus exigencias se ha decantado por probar el exotismo del Al Nasr. En los Emiratos Árabes volverá a marcar y conseguirá enloquecer a las gradas con su patentada celebración. Aires de grandeza que se entremezclarán con la emoción de recordar la primera vez que lo hiciera con el Palermo y que se repetirá a partir del 9 de febrero. En su debut deseará llevar de nuevo su mano a la oreja con gesto desafiante y preguntando con ilusión a su afición: Avete Capito?
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