La vida sin Manolo Preciado

El Sporting de Gijón no ofrece nada nuevo

El fútbol tiene la grandeza curiosa de quitarte lo que ayer te dió. Quizás se presente descabellado, pero el pasado no existe. Lo único que importa, lo único que preocupa es el presente y los méritos de tiempo atrás se recuerdan borrosos, conscientes de ellos, sí, pero lejanos, por lo que ante situaciones compliadas no se exponen sobre la mesa y acaban, muy comúnmente, en destitución de entrenadores.

En Gijón se produjo el pasado fin de semana una triste noticia tanto para algunos de los pesos pesados del vestuario del Sporting de Gijón como para la propia afición. Manolo Preciado, entrenador que había dirigido al conjunto asturiano desde el año 2006, fue señalado de la complicada situación deportiva y fue destituído tras seis años en los que el conjunto del Molinón había logrado el regreso a la máxima competición del fútbol nacional español.

Ante la dura medida tan solo quedaba mirar hacia adelante, y la primera prueba de fuego se disputaba en casa frente a un sorprendente Osasuna, que llegaba a tierras asturianas con un auténtico río revuelto.

La imagen, similar a lo visto anteriormente. Presumible, pero la injustícia del fútbol hace que en multitud de ocasiones paguen justos por pecadores. Es más sencillo, evidentemente, que se marche el entrenador que despedir a una veintena de jugadores que son realmente los que no rinden sobre un terreno de juego. La pelota sino quiere entrar precisamente del entrenador no es culpa. Eso sí, en ocasiones el rendimiento sobre un terreno de juego está relacionado de manera proporcional a la preparación de los partidos durante la semana.


Llegaba Iñaki Tejada, técnico de categorías inferiores de los gijonenses. Un entrenador que muy seguramente siga hasta final de temporada, donde se tomarán nuevamente medidas. Quizás sus aspiraciones, evidentemente, no sean lograr la Liga BBVA con el Sporting de Gijón, pero a primera vista la solución tras la marcha del 'culpable' Manolo Preciado no supone un extra de moral, no supone una mejora.

Llegaba Osasuna como una de las revelaciones del actual campeonato liguero, llegaba un rival que, teniendo en cuenta la situación de los sportinguistas, se presentaba como una prueba de fuego para determinar la llegada del nuevo técnico. Para empezar, pocos cambios, tanto a nivel táctico como en resultados.

Tan solo cambios de nombres, nada posicionales, nada nuevo y el resultado final quizás sea más positivo que la goleada del pasado fin de semana en Anoeta por 5-1, pero un empate 1-1 en casa, ante su afición y teniendo en cuenta los problemas deportivos que refleja la posición en puestos de descenso en la tabla clasificatoria. De más a mejor. Las ganas de ofrecer una buena imagen fueron desapareciendo tal y como pasaban los minutos. El cansancio íba en aumento e íba eclipsando un planteamiento que ofrecía poco nuevo.

Se marchó Manolo Preciado y con él seis años de fútbol, seis temporadas en las que el conjunto asturiano volvió a la Primera División gracias, entre otros, al técnico cántabro de 54 años. Una etapa sportinguista que recordará siempre porque el propio entrenador era uno de los ídolos de la afición, situación en ocasiones hasta descabelllada. Entrenador nuevo no siempre asegura victoria, e Iñaki Tejada tiene muchísimo trabajo por delante si quiere evitar que el Sporting de Gijón vuelve a la categoría de plata del fútbol español. Una situación que no se presenta descabellada viendo los síntomas y las carencias de este equipo.

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