Europa ya no habla holandés
El fútbol holandés se estrella en las competiciones europeas
Minuto 85 en el estadio Ernst Happel de Viena. Patrick Kluivert, imberbe mocetón de 18 años y 323 días, rebaña la pelota con la izquierda ya dentro del área, supera la salida de Rossi y gol, gol, goooool, gooooooooool. El Ajax lo ha vuelto a hacer. Derrota 1-0 al Milan con Louis van Gaal de entrenador y se proclama campeón de Europa por cuarta vez, sexta ocasión en la que un club holandés gana la máxima competición continental. Diecisiete años después, los representantes de Holanda, la Uruguay europea, no dan en cambio señales de vida en el terreno continental. Holanda, subcampeona del mundo y con tres campeones europeos diferentes (Ajax, PSV y Feyenoord), ha caído en el olvido internacional en cuanto a clubes se refiere. ¿Por qué? ¿Cómo puede ser posible? Si ni siquiera España tiene tres campeones de Europa...
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Las razones hay que buscarlas, y encontrarlas, en el modelo, una explosiva combinación de amateurismo, que incita al prematuro debut de jóvenes talentos en la Eredivisie, y puro profesionalismo procedente del cuerpo de ojeadores y agentes FIFA que campan por la competición local. El resultado es un expolio a lo argentino que hace crecer a la selección, llena de estrellas asentadas en otras ligas superiores, y empequeñece a los otrora grandes de Europa, Ajax, PSV y Feyenoord.
Luego está el mal endémico del fútbol: la pésima gestión directiva de auténticas factorías de recaudar dinero con los traspasos y de verdaderas fábricas de dilapidarlo a continuación en malas operaciones de ‘restyling’. Nada original y que no pase en cualquier otra Liga, pero que ha dejado un escalón por debajo a Holanda respecto a los demás. Los jugadores cada vez escapan antes con sus agentes para comerse su abundante porción de la tarta y el perfil de las plantillas ha quedado resumido a la siguiente ecuación: NP (Niños Prodigio)+CM (Clase Media)+VdV (Veteranos de Vuelta)=0 EC (Estrellas Consagradas).
Tomemos el ejemplo del Feyenoord, en quiebra técnica pese a meter a 45.000 seguidores cada dos semanas en De Kuip sea quien sea el rival, porque lo importante es ver al equipo de casa, algo que trasciende lo deportivo para convertirse en fenómeno social con su concepción del Working Class Fútbol (algo así como ganar o perder pero sin olvidar los orígenes: el esfuerzo que se mide por el sudor de la camiseta). Pese a ese tesoro, el valor se ha esfumado de repente y los talentos juveniles apenas duran en el primer equipo. Así es como Luc Castaignos, Georginio Wijnaldum y Leroy Fer, llamados a ser la columna vertebral de la resurrección del Feyenoord, se han marchado en un visto y no visto al Inter de Milán, PSV Eindhoven y hasta Twente Enschede.
Otro caso es el del PSV, que conforme se acrecienta la crisis económica europea y la Philips, su mentor, vende menos televisores, su capacidad económica ya no le da para encontrar a Ronaldo o Romario en Brasil como sucedía antes. Ahora ya se los quitan allí.
Finalmente está el Ajax, que si bien ha jugado las dos últimas fases de grupos de la Champions, no ha sabido pasar a octavos de final por puras limitaciones de plantilla, amén de mala fortuna por el arbitraje ante el Real Madrid combinado con la goleada del Olympique de Lyon en Zagreb. Como consuelo, Holanda mira a la Europa League, donde presenta un póker de aspirantes con visos de quedar pronto en trío por el infortunio ‘ajacied’ y su cruce suicida con el Manchester United; AZ, ante el Anderlecht; PSV, contra el Trabzonspor; y Twente, frente al Steaua de Bucarest, sí se ven más lejos en la segunda competición continental, más ajustada a las opciones presupuestarias de los clubes holandeses del momento pero que no llena el ego de una hinchada acostumbrada a miras mayores. Pero es lo que hay.
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