José Antonio Reyes, la vuelta del hijo pródigo

Vuelve a la que fue su casa

Idas y venidas. Las vueltas que da la vida. Hoy arriba, mañana abajo. Hoy te quiero, mañana te odio. El fútbol, como la vida misma.

Unos vienen, otros van y en el caso de José Antonio Reyes vuelven a casa, no por Navidad, algo más tarde, pero el jugador sevillista de corazón vuelve a la que fue su casa, donde se formó y en el club donde llega ahora con los galones de líder y estrella para dar un empujón técnico en busca de retomar el rumbo por los puestos europeos de cara a la próxima temporada.

Tras besar otros escudos (gesto que hizo en su presentación como jugador del conjunto de Nervión) como Arsenal, Real Madrid, Benfica o Atlético de Madrid, vuelve a la capital hispalense con la personalidad intacta, con el orgullo sevillista a flor de piel y huyendo de un club en el que vivió las dos caras de la misma moneda.

En su día, allá por el año 2004, salía con la escusa de la necesidad económica del Sevilla con destino Londres, para fichar por el Arsenal, o al menos eso se afirmó en el Ramón Sánchez Pizjuán. Allí, junto a grandes como Thierry Henry, llegó a considerarse jugador vital para los gunners con sus internadas por banda izquierda que en muchas ocasiones acababan en gol.

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Un viejo interés del Real Madrid renacía en el verano del 2006, días después de que el Mundial de Alemania, lo que finalmente se convertía en nuevo jugador del conjunto de Concha Espina. Allí no triunfaría, un papel secundario que no estuvo exento de importancia, ya que el jugador andaluz lograba uno de los tres goles del decisivo encuentro de la última jornada en la Temporada 2006/07 frente al Mallorca donde el Real Madrid se convertía en Campeón de Liga. Un último gol que le servía en el verano siguiente a irse del conjunto de Concha Espina con un título bajo el brazo.

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De ahí marcaría una traición que, tal y como se ha desarrollado todo desde entonces, parecía haberse dado al revés. El Atlético de Madrid preguntaba por sus servicios y, previo pago de 12 millones de euros, se cambiaba de barrio en la capital española. Allí, desde el primer día de su presentación, ya le dejaron claro que su pasado blanco no era bien recibido. Una primera temporada complicada, tensa, con contínuas batallas dialécticas con el sector más radical del Vicente Calderón hicieron que al verano siguiente hiciera las maletas en calidad de cedido con destino Lisboa, para vestir la camiseta del Benfica, donde le esperaba con los brazos abiertos el técnico español Quique Sánchez Flores. Su gran temporada en el fútbol luso hizo que el Atlético de Madrid le repescara y le diera una nueva oportunidad. No sería hasta la posterior llegada del técnico madrileño, con el que ya había coincidido en Portugal, cuando José Antonio Reyes fue quitándose el cartel de madridista y entonces dio paso a un jugador desequilibrante, de quien incluso se ha llegado, hasta hace escasas semanas, a pedir que no se marchara.

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Su divorcio con el ya ex-técnico Gregorio Manzano hizo que la afición se postulara de su lado, pero la llegada de Simeone no supuso un golpe de confianza necesario para rechazar la oferta del Sevilla, donde ahora, durante las próximas cuatro temporadas, deberá demostrar sus sentimientos, su zurda prodigiosa que en su día le convirtieron en una de las grandes promesas de la cantera sevillista.

Vuelta al hogar, vuelta a casa, pero con madurez, con la experiencia necesaria para convertirse, junto a jugadores de la talla de Jesús Navas o Frederic Kanouté, en uno de los estandartes del club de Nervión.

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