Nápoles-Juventus y el duelo de 1985 entre Laudrup y Maradona

Nápoles y Juventus se enfrentarán en la Serie A

Las carreras profesionales de Diego Armando Maradona y Michael Laudrup convergen en un punto de su camino: los dos tuvieron que salir de una gran liga para triunfar. Italia y España como territorio del fracaso y del éxito. Maradona encontró a pies del Vesubio el éxito que la ciudad condal brindó a Michael Laudrup.

En 1985 los dos coinciden en la liga italiana. El argentino ya había recorrido parte del camino. Su paso por España había estado plagado de contratiempos y lesiones. El Nápoles aparecía en la vida del "pelusa" como ese tren que pasa por última vez en la vida de cualquier mortal; para Maradona era el ahora o nunca y no habría posibilidad de volver a andar el camino perdido.

Michael Laudrup, bastante más joven que Maradona y menos acostumbrado a regatear con los designios de la existencia, había llegado al fútbol italiano dos años antes. La figura del danés en el terreno de juego constituía un alegato al buen gusto. Un futbolista diferente que no terminaba de encajar en el potente fútbol italiano.

Laudrup era como una elegante damisela rodeada de feroces leones. Su paso por la Juventus no fue un éxito; Laudrup tuvo que emigrar a un fútbol mucho más acostumbrado a valorar el talento innato del futbolista. Con Johan Cruyff en el banquillo, el danés tuvo continuidad para destapar su tarro de las esencias. La liga española disfrutó del mejor Laudrup antes de que volviera definitivamente a la selección danesa, a la que había renunciado durante unos años por desavenencias con su técnico.

Maradona recorrió el camino contrario. El fútbol italiano se adaptaba a su espíritu como un anillo de compromiso, y es que su idilio con el Nápoles fue para siempre. Diego era talentoso, luchador, inteligente en el campo y por encima de todo guerrillero. Si Maradona hubiera fichado por cualquiera de los grandes equipos italianos, probablemente su reto de triunfar se habría escapado entre lujosos yates y notables recepciones. La Juventus o el Inter de Milán no eran clubes en los que Maradona pudiera dar rienda suelta a su espíritu.

De la misma forma que el Barcelona estaba construido a semejanza de la inspiración de Laudrup, aquel Nápoles de espíritu camorrista y anhelo de derribar el poder establecido, era el lugar ideal para el chico de "Villa Fiorito".

El 3 de Noviembre de 1985, la historia del Nápoles cambió. Se enfrentaban en San Paolo el equipo local y la Juventus, equipo que se había proclamado campeón europeo pocos meses antes y que vivía todavía el luto de la tragedia de Heysel. Era una Juventus portentosa, entrenada por Trappatoni y que gozaba del talento de dos enganches para el recuerdo; la pareja Platini-Laudrup debería guiar al equipo "bianconero" a una época de triunfos.

Maradona tenía un espejo donde mirarse. A él le sobraba calidad técnica, tenía tanta como Platini y el espíritu herido que todavía no conocía el danés de oro. Juventus y Nápoles tenían demasiadas cuentas que saldar sobre el terreno de juego. En el verano anterior, el entrenador del equipo sureño había intentado contratar a dos desechos de la Juventus a los que todavía les quedaba fútbol por mostrar. Marco Tardelli y el polaco Boniek deberían ser la guinda para que el Nápoles pudiera por fin luchar por el campeonato. Los de Turín se mofaron del interés del Nápoles, con aristocrática suficiencia se preguntaron... ¿Qué se creen estos del sur?. La Juve no tenía ninguna intención de hacer negocios con gente a la que consideraba poco seria.

La relación entre Maradona y su entrenador tampoco era buena. El técnico estaba decidido a extraer todo el talento que escondía el argentino, algo que al singular futbolista le interesaba a medias. Diego quería hacerlo bien, ganar... pero a su manera. Fue un coctel explosivo que consiguió que aquel equipo del sur terminara ganando la liga al año siguiente y su hijo pródigo la Copa del mundo al finalizar la temporada.

La lluvia incesante empapaba el césped de San Paolo el día de la visita de la Juve. El campo de batalla era propicio para la incursión de gladiadores. Los bailarines de teatro como Laudrup deberían esperar a otra función. El Nápoles salió al campo dispuesto a engullir a su presa. La rabia contenida de muchos años se escenificaba en este momento; el equipo de la ciudad del Vesubio por fin podía hacer frente a su poderoso enemigo.

En el minuto 72 se producía una falta indirecta cerca del área juventina. Eraldo Pecci rozaba el balón con su bota para ponerlo en movimiento... en ese momento emergió la figura del "pelusa". La tocó mordida, suave y con precisión... muy lejos del alcance de Stefano Tacconi. El gol del Nápoles enloqueció al estadio, la ciudad se paralizó y en cierta forma Italia conocía la rebelión de los pobres frente a los acomodados millonarios del norte.

Laudrup conoció que el fútbol no era un deporte en el que siempre ganan los que más calidad tienen. Pudo aprender de Maradona una lección... aquel día, el "pibe de oro" fue el catedrático del estadio. Ni tan siquiera el gran Platini pudo frenar el espíritu del jugador del Nápoles.

Aquel día triunfaron el corazón y las ganas. Aquel día nació el Nápoles de Maradona.

RIVALIDAD NORTE-SUR EN ITALIA: NÁPOLES-JUVENTUS

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