El (mal) genio de Mario Balotelli

El italiano está desquiciando al Manchester City y Roberto Mancini

“Mi propósito en la vida no incluye el anhelo de encandilar a la sociedad”. Una frase de James Dean que puede atribuirse con facilidad a Mario Balotelli. Sus acciones le delatan y su comportamiento extradeportivo lo convierten en un rebelde indomable. Su maestría con el balón queda eclipsada gracias a sus continuas extravagancias. Incendiar la casa tras lanzar fuegos artificiales desde una de las ventanas, sufrir accidentes de coche, cometer reiterados actos de indisciplina en sus equipos y protagonizar escándalos nocturnos sazonan su día a día. Su conducta no es algo casual o efímero. Se ha ido gestando a lo largo de los años a fuego lento y con un claro motivo: ser diferente a los demás. Su dura infancia lo convirtió en un chico especial y él, para esconder esa peculiaridad, prefirió llamar la atención por otros motivos que desviasen las miradas de la verdadera causa.

Cuando los padres se trasladan con el recién nacido de Palermo a Bagnolo Mella, en la provincia de Brescia, no se les pasaba por la cabeza que su hijo pudiera ser en un futuro el futbolista que es hoy día. Quizás, de no haber sido abandonado en la puerta de un hospital su vida habría sido otra. Fue entonces cuando la familia Balotelli se cruzó en su camino. Había pasado dos años esperando ser acogido y formar parte de un nuevo hogar. Sus hermanos velaron por él desde su llegada y le introdujeron en el mundo del fútbol, convirtiéndose en los primeros representantes del delantero.

Una de las primeras decisiones que tomó fue la de asumir la nacionalidad italiana en detrimento de la ghanesa. Apostar por la azzurra en lugar de su selección biológica le proporcionó antagónicas sensaciones. Como consecuencia sufrió en primera persona el racismo por parte de ciertos sectores de la afición. Su respuesta, lejos de cohibirse, demostraría que llevaba tatuada la palabra provocación en su interior. Parte de la fortaleza física que posee Mario fue gestada en sus inicios. Pasó por diferentes equipos modestos (Mompiano, San Bartolomeo, Lumezzane) en los que acostumbraba a jugar con compañeros de mayor edad. Su desparpajo y crecimiento ante la adversidad provocó que el Inter de Milán lo fichase con 17 años recién cumplidos, tras haberle visto debutar en la Serie C1.

Descaro, rebeldía y escándalos caminan de la mano de los goles y la genialidad de Mario Balotelli. Son un lastre que le impide crecer como futbolista. No son pocos los entrenadores que han intentado aplacarlo sin éxito. A Roberto Mancini, en el Manchester City, se le empieza a acabar la paciencia cuando ve cómo en cuestión de minutos el jugador se autoelimina de los partidos. Él es consciente de su debilidad pero no le importa. No va a cambiar. Al igual que dijera James Dean, intenta con todas sus fuerzas que la gente le rechace. La cuestión es clara: ¿por qué?

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