Los mejores minutos de Messi con Argentina

Cuando todo parecía perdido, apareció Leo

Sólo se han disputado tres jornadas de la liguilla de la clasificación para la Copa del Mundo de 2014 en la zona CONMEBOL y hasta dentro de siete meses no se reanudará la clasificación. Muy poco jugado como para sacar conclusiones en una liguilla en la que Brasil no tomará parte y demasiado tiempo entre jornadas como para que las dinámicas no cambien.

Pero para Argentina, hasta que encuentre una identidad con la que presentarse a todos los partidos que dispute, cada partido es una final, o si no, una evaluación ante público y crítica. Todo por la exigencia de tener al mejor jugador del momento y que ninguno de los entrenadores que ha tenido con la Albiceleste hasta el momento le haya hecho brillar de manera regular.

Y anoche tocaba plaza difícil en Barranquilla ante una Colombia que tras el empate en casa ante Venezuela tenía que puntuar para ser de los que marca el ritmo y no los que bailan al son.

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Y se tuvo que ver el borde del precipicio para reaccionar. Dicen que el ser humano es capaz de dar lo mejor de sí mismo cuando la situación es de extrema exigiencia y, sí, comentábamo de inicio que esto no ha hecho más que empezar, del mismo modo que para Argentina no hay partidos tranquilos. Y justo cuando parecía que Messi iba a regalar otro partido gris con su selección el descanso sirvió de punto de inflexión.

Desde luego no ofreció una versión como la que acostumbramos a ver cada fin de semana en la Liga, pero sí se le vio más activo en las zonas donde realmente hacía daño. Se ofreció a sus compañero pero no en el centro del campo y durante esa segunda mitad, seguramente, firmó los minutos más completo como internacional desde, quizás, la Copa América de 2007. Porque no sólo fue su juego, más acertado que en otras ocasiones, sino que se echó el equipo a la espalda y con esa responsabilidad no regaló tantas caras de desesperación como en otras ocasiones y lo intentó e intentó hasta que volteó el partido.

Fue un gol, quizás poco estético pero conectó al equipo, una jugada que provocó el gol de Agüero, lejos de las tiralíneas ligueras pero que valía tres puntos tan importantes como trabajados.

Messi demostró ayer que no sólo puede ser el que pide siempre el balón para hacer cosas con Argentina, sino que también quiere ser líder espiritual de un equipo con mucho camino por recorrer, no sólo en cuanto a partidos, sino también para armar un equipo compacto, no tan partido como se ha mostrado de un tiempo a esta parte y desde luego, con variantes en ataque que, desde luego, es lo que hará brillar al mejor jugador del mundo.

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