La Masía: del Camp Nou a Sant Joan Despí (I)
La finca pagessa símbolo de la filosofía de cantera azulgrana
Como cada fin de temporada, el pasado mes de julio La Masía, la edificación de las ideas que introdujo Laureano Ruiz en los setenta para la formación de jóvenes talentos que nutriera al primer equipo del Barcelona, celebró una cena - barbacoa para despedirse, pero esta fue especial. No lo hizo con un 'hasta luego' esperando abrir sus puertas con el inicio de la temporada 2011/2012, cerró sus puertas apartándola de su principal función: albergar a los chicos que llegaban desde fuera de la Ciudad Condal y transformarse en su segundo hogar.
Han pasado más de treinta años desde que se puso en marcha (20 de octubre de 1979) y por ella han pasado casi quinientos jugadores entre los once y los diecinueve años en 'tandas' de unos sesenta huéspedes al año. Normalmente son los nombres de los Messi, Iniesta, Valdés o Puyol los que se asocian en estos días o también los de Guardiola o Amor (que llegó con diez años al recinto). Pero no deben de caer en el olvido los nombres de otros jugadores que pasaron por allí y que tuvieron pocas o ningunas oportunidades en el primer equipo como Diego Capel, Mikel Arteta o Marc Crosas.
Joan Farrés, quien fuera director de La Masía durante algo más de diez años, cifró en un 12% el porcentaje de jugadores que pasaban por La Masía que llegarían al primer equipo. Fue demasiado generoso, ya que mucho menos es, considerando que han sido poco más de treinta los que han debutado. A mediados de los noventa fue su hijo quien asumió la dirección y desde hace un par de campañas, su nieto Illie Sánchez juega en el segundo equipo culé sin haber pasado por La Masía más que para ver a su abuelo.
Pero lo que convierte a La Masía en un icono de barcelonismo es la múltiple función que ejerce: al aficionado presenta de una manera muy humana a los que se han convertido en sus ídolos, sus paredes esconden cientos de recuerdos y anécdotas de casi todos ellos; para el jugador el vivir al lado del campo en el que sueñan triunfar sirve de incentivo para superarse y para el club es, a su vez, una seña de identidad y una inversión en su futuro.