Las lágrimas del capitán

“El llanto es a veces el modo de expresar las cosas que no pueden decirse con palabras”. La frase es de Concepción Arenal, escritora española del siglo XIX, pero perfectamente la podría haber expresado Luis Amaranto Perea al finalizar el partido entre Bolivia y Colombia. El jugador colombiano del Atlético de Madrid, tras la baja de Mario Alberto Yepes, era el capitán de su selección en el partido correspondiente a la segunda jornada (pero primer encuentro de Colombia) de la clasificación sudamericana para el Mundial 2014 que enfrentó a ambas selecciones andinas.

El partido se presentaba difícil para los “cafeteros” pues nunca habían conseguido ganar a Bolivia en La Paz en un partido de clasificación. Sin ir más lejos, en la clasificación para el Mundial 2006 también se enfrentaron ambas selecciones en el primer partido y el resultado fue de 4 a 0 favorable a Bolivia. En la clasificación para el Mundial 2010 el resultado fue de 0 a 0. Pero esta Colombia llegaba con la moral muy subida tras el excelente juego que desplegaron a momentos en la pasada Copa América y era muy importante comenzar la serie de clasificación a Brasil 2014 con una victoria. Y esta llegó de manera agónica, trabajada desde el principio hasta el fin y que tuvo su momento de máximo esplendor a los 92 minutos de juego, cuando el también jugador del Atlético, Falcao, anotó el gol de la histórica victoria colombiana por 1-2.

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Entonces, como es natural, los medios de comunicación nacionales buscaron al capitán de la Selección Colombiana, el cual, como ya hemos comentado, era el defensa Perea. Y entonces, al ser elogiado por unos enfervorizados periodistas colombianos que ensalzaban su labor como capitán, hizo suya la gran frase de Concepción Arenal y, no pudiendo expresar palabra alguna, rompió a llorar, emocionado. “Sabíamos que sería un partido difícil, pero tuvimos mucha fe. Trabajamos con la desesperación de ellos y logramos el objetivo. Gracias a Dios, todo salió como lo planteamos”. Además, hizo referencia a lo mucho que habían trabajado el partido y dedicó el triunfo a toda Colombia para acabar disculpándose por no poder seguir hablando, marchándose totalmente emocionado.

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Eran las lágrimas sinceras del capitán, un capitán que está acostumbrado al menosprecio y la burla con el Atlético de Madrid en España y al que la victoria agónica en la altura de La Paz y los elogios de los medios de su país le hicieron, por un momento, incumplir otro dicho… porque, ¿Quién dijo que los hombres no lloran?