La crisis de Diego

El uruguayo atraviesa su peor momento

Diego Forlán no está viviendo sus mejores días en la capital española. El pasado domingo volvió a empezar en el banquillo y ya son dos partidos consecutivos."No es fácil sentar a Forlán" decía su entrenador tras el encuentro. La verdad que no tiene que ser muy sencillo sentar a un futbolista que ha sido dos veces bota de oro y elegido balón de oro del pasado mundial de Sudáfrica. Pero la realidad es esa, el uruguayo está perdiendo peso en el Atlético de Madrid.

La temporada empezó tras un verano lleno de rumores sobre su futuro. El gran papel que desempeñó el "cacha" con su selección hizo que se disparase el interés de muchos equipos, pero al final el jugador se quedó en el equipo que hizo campeón de La Europa League con sus dos goles en la final.

El Atlético se encontraba con una plantilla corta y con tres competiciones. La liga había que acabarla entre los cuatro primeros, y al menos había que lograr uno de los dos títulos restantes. Muchos partidos importantes para el equipo, pero sobre todo para Diego Forlán. Su afición ya esperaba sus goles.

El delantero tuvo un verano muy cansado, su selección llegó hasta las semifinales del mundial con Diego muy participativo. Tras pocos días de descanso, se unió a la disciplina colchonera para preparar todo lo que se venía encima. A partir de entonces nada le iba a salir bien.

Forlán con la Europa League

El Atlético pronto fue eliminado de la Europa League y de la Copa del Rey. Con sendas eliminaciones, llegaban otra vez los rumores sobre su futuro. Diego nunca ha tenido problemas en reconocer que está abierto a cambiar de aires siempre y cuando llegue una buena oferta tanto para él, como para la entidad. Se considera un profesional que lo dará todo haya donde esté, pero siempre está abierto a otras posibilidades. En la parroquia rojiblanca nunca han gustado este tipo de declaraciones, tachándole de pesetero u oportunista. Quieren que el futbolista sienta los colores. Forlán, para lo bueno y para lo malo, es diferente, nunca besaría el escudo rojiblanco, puesto que no lo siente. Tan simple como eso.

Sin más competiciones que la doméstica, Forlán iba a tener el descanso necesario como para afrontar con fuerzas el siguiente partido. Los domingos llegaban y no se veía a un Forlán con ganas y que estuviese en todas las jugadas de ataque como él acostumbraba. Aunque lo realmente preocupante era su falta de gol, ocho goles en lo que llevamos de Liga.

Durante el mercado de invierno, su nombre volvió a salir en los periódicos. El eterno rival buscaba delantero. El Real Madrid sondeó a muchos nueves para cubrir la baja de Higuaín. Forlán respondió que él no sabía nada del presunto interés, sólo quería acabar la temporada en puestos de champions con el Atlético. Los malos resultados seguían llegando al Manzanares y los puestos champions cada vez estaban más lejos.

Hace poco, un periódico publicaba un artículo que decía que había un complot contra el uruguayo. "Ni un balón a la rubia" encabezaba el reportaje. Al parecer existía un acuerdo entre varios jugadores para no pasarle la pelota al delantero. Los jugadores se encargaron de desmentir el rumor y de ensalzar las virtudes del crack.

Pero la única verdad, a día de hoy, es que Diego Forlán parece haber perdido un puesto en el once de Quique. El hat-trick de Diego Costa ante Osasuna y su buen partido de ayer frente a la Real, parece haber relevado al uruguayo al banquillo, de momento.

De momento, porque quien conoce a Diego Forlán sabe de lo que es capaz y lo que puede aportar al equipo en cualquier momento. Pase lo que pase, el cacha será uno de los grandes artífices de que el Atlético haya recordado lo que es ser grande. El Calderón debe seguir coreando "U-RU-GUA-YO".

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