El Athletic pagará por aquel febrero

El desgaste físico ya se nota en San Mamés

Un club como el Athletic sabe que para ‘dar guerra’ en los días que corren en esto del fútbol tendrá que tener paciencia y fe, más que nunca, en su filosofía.

Jugadores del País Vasco, provincias vascas y formados en Lezama son su ‘reducido’ mercado. No incidiremos más en lo meritorio de competir al máximo nivel con este ‘hándicap’ (dicho con todo el respeto).

En estos años podemos decir que el club bilbaíno está disfrutando de otra de la mejor generación desde que jugó por última vez la Champions League. Dos campeones del mundo, otro nuevo internacional y uno de los jugadores con más proyección de la Liga. Pero todo esto es la capa superficial de un equipo que Caparrós ha sabido potenciar, aunque ya hay quien opina que su ciclo ha concluído.

La fuerza del Athletic reside en su ‘clase media’: los Toquero, Gurpegui, Orbaiz, Iraizoz... jugadores que quizás tuvieran menos protagonismo en cualquier otro equipo, pero que con la camiseta del Athletic, sabedores de la naturaleza de la misma, han plantado cara a todos sus rivales por muy cuesta arriba que se pusiera el partido.

Fruto de esta gran y equilibrada plantilla (incluso para la zaga, su línea más delicada, Caparrós ha ido encontrando soluciones) los rojiblancos están firmando una temporada en la que están coqueteando con puestos europeos casi desde el inicio, habiendo jugado grandes partidos.

La Champions también es factible (nueve puntos a falta de veintiuno en juego) pero exigiría un esfuerzo aún mayor sin saber cómo anda el Athletic de fuerzas: si como demostró ante el Madrid el sábado o como se impuso bien en Almería hace dos semanas.

Pero toda esta relativa urgencia viene precedida por una malísima racha de cuatro partidos, su Alpe Duez particular, que saldó con cuatro derrotas (casualmente después de ganar también de manera consecutiva cuatro partidos) ante Mallorca, Barça, Valencia y Zaragoza. Doce puntos ‘de una tacada’ que le hicieron mucho daño moral y clasificatorio y que, sin jugar malos partidos, sí que representan bien el gran mal del Athletic este año: la irregularidad, el no matar los partidos o el no entrar en ellos de inicio y durante los noventa minutos.

Puede que sea a Caparrós a quién haya que pedir explicaciones por esto, sin olvidar el buen trabajo que ha hecho, pero al aficionado siempre le ha quedado ese regusto amargo de ver cómo el equipo, en bastante ocasiones, no ha sabido interpretar el partido.

Sea como fuere, los vascos tienen una base como para que su hinchada este tranquila y esperanzada de cara al futuro y parece que Macua, con las elecciones a la vuelta de la esquina, tratará de ganar votos manteniendo a Llorente y a Martínez. Pero lo que sí que parece es que será otro entrenador quien saque lo mejor de este grupo la próxima temporada.

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