Historias mundialistas: El mitico maracanazo
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Este de 2010 será el primer Mundial que nos tocará vivir desde Fútbol de Primera. Por eso mismo, hemos pensado en inaugurar una sección donde recorramos, al menos brevemente, aquellas heroícas gestas en copas del mundo, esas que han hecho más grande aún a este enorme deporte. Por cuál empezar, he aquí la gran duda. Yo no las tengo tantas: el mítico "maracanazo" acaso sea la más titánica que se haya visto en la historia del balompié. Así damos comienzo entonces a nuestra nueva criatura, Historias mundialistas.
Corría el año 1950 y el mundo todavía se recuperaba de los trajines que le legó la Segunda Guerra Mundial. Brasil se encargaba de acoger a los quince países restantes para la competición donde, por ser el local, era uno de los favoritos indiscutidos al título, a pesar de no contar con su poderosa historia a cuestas todavía. El correr de los partidos así lo fue confirmando, sobre todo con las goleadas que la "canarinha" le endilgó a otros aspirantes como España y Suecia.
De todas formas, estaba un equipo a la espera de ver qué era lo que sucedía. Se trataba ni más ni menos que de Uruguay, una de las potencias futbolísticas de aquel entonces. Los "charrúas" llegaron a la fase final jugando un solo partido ante Bolivia, el que saldaron con un contudente 8-0. La zona de grupos lo fue favoreciendo. Hasta que llegó el encuentro final.
Estadio Maracaná, casi 200.000 espectadores abarrotaban el templo espiritual del fútbol del mundo. Y nadie, pero absolutamente nadie, esperaba otro desenlace que no fuera el del local, el poderoso Brasil, como campeón del mundo por primera vez en su historia. El gol de Friaca no hacía más que confirmar lo que todos temían, pero Schaffino primero y el artillero Ghiggia después terminaron por consagrar el mayor batacazo que uno recuerde en un campeonato de tal magnitud. Uruguay se llevaba el título ante las miradas incrédulas de todos los presentes. Una puñalada de la cual el pueblo brasileño tardó en recuperarse, aunque seguramente su rica cosecha posterior hizo olvidar rápidamente.