Superclásico: Boca y River reparten unidades

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Acaso uno de los espectáculos más coloridos y pasionales del fútbol mundial, estamos hablando del Superclásico del fútbol argentino, tuvo una nueva edición en el día de ayer. Eso sí: en la Bombonera sobró marco y faltó fútbol. Así es como en un aburrido encuentro donde los goles fueron cuasi casualidades y las ocasiones de peligro se hicieron desear en toda la tarde, Boca y River igualaron en un tanto contra uno. Más allá de todos los detalles que hacen de este partido algo inolvidable para todo aquel a que le toca presenciarlo, es verdad también que no serán justamente del juego las memorias que preservarán quienes estuvieron en el barrio de la Boca presenciando este espectáculo de folklore futbolero. Pasemos a las acciones.

Para este Superclásico ambos equipos llegaban con todo tipo de dudas. Es cierto que Boca no está jugando bien y que sus triunfos por Copa Libertadores se ven en ocasiones magnificados, cuando es cierto que todavía no se ha cruzado con muchos rivales de talante que lo pongan en aprietos. Lo de River mucho no cambia. Con una plantilla bastante similar a la que terminara en último puesto durante el pasado Torneo Apertura, la dirección técnica de "Pipo" Gorosito no ha logrado cambiar un magro presente futbolístico, aunque algunos chispazos de recuperación aparecen en cuentagotas y todavía está en carrera para luchar por un campeonato que no lo tiene como favorito. Y todo esto se notó por ambos lados: miedo a perder, más cuidado de la porteria propia que afán por la búsqueda de la rival y un cotejo muy disputado en todos los aspectos.

La primera mitad fue de Boca. Los "Xeneizes", a pesar de no contar con un lesionado Riquelme, lograron imponer su juego ante un River que parecía tener anemia ofensiva y mostrarse incapaz de arrimar peligro a la meta del "Pato" Abbondanzieri. Aún así, los "Millonarios" mostraron algo de solidez defensiva -una eterna faceta irregular de este equipo- como para aguantar el cero hasta el descanso. Atención, porque tampoco es cierto que los de Ischia hicieran demasiado como para irse en ventaja, aunque sí se mostraron mejor predispuestos.

El segundo acto tampoco mostró mejorías ostensibles. Ahumada y Domingo eran los encargados de hacer el trabajo sucio en el mediocampo riverplatense, mientras que Vargas y Battaglia aportaban el suyo desde el bando contrario. A pesar de la fricción y las escasas ideas, los goles llegaron. Primero fue el mítico Martín Palermo el encargado de conectar un potente zurdazo que se clavó junto al poste derecho del portero Vega. Minutos más tarde sería otro mítico, Marcelo Gallardo, el responsable de estampar un impecable lanzamiento de falta sobre el palo desguarnecido de un poco reactivo Abbondanzieri. La movilidad de Diego Buonanotte, ingresado en reemplazo de un inofensivo Fabbiani, le dio aires a los "Millonarios", que incluso pudieron llevarse los tres puntos sobre el final en una jugada que dilapidó Falcao. Poco y nada de fútbol para ambos, aunque el espectáculo estaba en las gradas. Reparto de unidades y todos contentos. ¿Todos contentos? Hasta ahí nomás. Boca era el dueño de casa y tenía una oportunidad de oro para subirse a la lucha por el campeonao. River también necesitaba los tres puntos y una victoria en el feudo del eterno némesis hubiese significado un envión anímico sin parangón. Quedó todo para otro momento, porque esto de las rivalidades acérrimas es una cosa de nunca acabar. Afortunadamente.

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