Champions League: fútbol total en el césped del Camp Nou

[caption id="attachment_1157" align="aligncenter" width="413" caption="El rostro de Henry asoma entre el cúmulo de festejos blaugranas. El Barça fue demasiado ante un Bayern que hizo lo que pudo"]barcelona-bayern[/caption]

Me imagino ver pasar a los aficionados rumbo al Camp Nou con sus esperanzas a cuestas. También me imagino sus diálogos y especulaciones. ¿Alguno habrá sido capaz de tramar em algún resquicio de sus mentes lo que ayer se vio sobre el césped del estadio blaugrana? Seguramente, como es lógico, varios se habrán ilusionado con una goleada, con una gran actuación... Pero claramente pocos habrán visualizado semejante cotejo, semejante baile en un partido de cuartos de finales de Champions League, ni más ni menos. Y es que lo que el Barça fue capaz de desplegar ayer ante el Bayern Munich rozó lo histórico, lo apoteósico, lo pletórico. Hasta tal punto que su victoria más que victoria fue un mensaje para el resto de los equipos que quedan en carrera: aquí estamos, esto somos y van a tener que dejar la vida si no quieren salir maltrechos en el intento.

Cuesta mucho explicar lo sucedido en el Camp Nou en el día de ayer. Es que uno supone que para un enfrentamiento de cuartos de final de Champions League las diferencias no pueden ser tan evidentes entre uno y otro rival. Cualquier desprevenido que se haya posado delante del televisor a los 15 minutos de juego seguramente no entendía demasiado. Pero tal vez entendería menos después de transcurridos el resto de los minutos. Es que fue simplemente eso: 45 minutos de fútbol total en donde hubo un solo equipo sobre el césped. No mucho más que eso. El Bayern habrá tenido sus limitaciones, habrá cometido sus errores, pero la sensación al ver el siempre adusto rostro de los jugadores germanos era el de la derrota total, el de no saber que hacer ante tamaña demostración de juego. Acaso si Ribery fue el único con un poco de amor propio como para sentir la necesaria vergüenza para dar un poco la cara por su equipo.

4-0 rezaba el electrónico del Camp Nou al finalizar los primeros 45 minutos y también lo haría al concluir la contienda. Pero si hubiesen sido 5, 6, 7 u 8 nadie se hubiese inmutado. Hasta tal punto que cuesta -y mucho- encontrar una figura consagratoria del partido. Messi fue el más auténtico Messi, Henry demostró que es mucho menos secundario de lo que parece, Xavi fue el habitual director de orquesta cuando se lo propuso, Alves escaló su banda a diestra y siniestra, y qué decir de Iniesta... Un partido delicioso, para el deleite visual del manchego. La sensación estaba clara: ni una defensa liderada por Beckenbauer o Franco Baresi hubiese sido capaz de frenar semejante debacle. El Bayern no hizo lo que quiso. Simplemente hizo lo que pudo, lo que le dejó hacer su rival, que fue más bien poco. Ahora quedó librado a un milagro... A un milagro que su propio entrenador, luchador de mil batallas, se negó a aceptar como real. "He visto al futuro campeón de Europa", dijo el bueno de Klinsmann. Falta mucho todavía, pero está dispuesto de manera indiscutible que el Barça ha sacado sus credenciales de candidato de manera más contundente que nunca.

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