Abonados al sufrimiento

No era el mejor escenario para el Atlético de Madrid este que se presentaba en el día de ayer en el Calderón. Mejor dicho, no era el cuadro ideal que se le puede presentar a un equipo para iniciar su remontada, su vuelta a la vida después de algunas semanas traumáticas. Lo que es el fútbol... Hasta no hace mucho estabamos alabando las virtudes goleadoras de Agüero, el oportunismo de Sinama, el renacimiento de Maniche, el buen comienzo en Liga y Champions. Pero, a pesar de todo, había dejado entrever su carácter ciclotímico. Primero fue el Sevilla que le dio un duro correctivo en su propio hogar, luego llegó el turno de la vergüenza en el Camp Nou y, de postre y por si fuera poco, un enésimo derbi que se contó por derrota. Y no hemos hecho ni una sola mención al escandalete con la UEFA y al cierre del Calderón. Entonces, ¿puede decirse que un partido contra el Liverpool es el mejor momento para salir de apuros cuando ya no hay lugar para otro golpe duro al corazón? Pues de ninguna manera.

El Atlético salió al campo de juego con la sensación certera de tener que revertir por las buenas o por las malas las sensaciones encontradas que ha venido generando últimamente. Pero enfrente estaba un equipo como el Liverpool, uno de esos que se las saben todas en este tipo de competiciones. Y los locales no comenzaron de acorde a sus expectativas. Más bien todo lo contrario, ya que marcaron una primera parte fatal. Con una defensa tan dubitativa como de costumbre (no funcionaron ni Domínguez ni Seitaridis), los de Merseyside bien pudieron haber sacado una mayor renta en dicho período. Tiene que agradecer a Fernando Torres el Atlético Madrid su lesión y su impedimento de llegarse hasta su casa materna. Porque, en una de esas, el que estaba fuera de juego y dispuesto a abrir el marcador era él y no Robbie Keane. ¿Hubiesen soportado las coronarias atléticas tamaño golpe después de los días calientes que se han venido viviendo en Manzanares?

Pero, a todo esto, nos estamos olvidando de uno de los protagonistas exclusivos de la noche: el danés Claus Larsen. Junto a sus asistentes se encargó de llevar un papel estelar en la noche del Calderón, aunque, hay que decirlo, se encargó de perjudicar a ambos, aunque los dueños de casa llevaron la peor parte. Sancionó el gol del Liverpool tras claro offside de Keane, le negó el segundo a los ingleses por un supuesto fuera de juego de Benayoun, no le convalidó dos oportunidades a Forlán y Maniche, ambos correctamente habilitados y de cara a la portería. Algunos hasta se aventuraron a declarar que ya estaban viendo sombras negras con escudo de la UEFA sobrevolando el estadio. Yo no me atrevo a tanto. Es que trencillas pésimos los hay en todas partes, y se encargan de demostrarlo cada fin de semana.

A todo esto, y sin olvidarnos del juego en sí, Agüero ya estaba en la cancha. Es cierto, el argentino no fue determinante en el peso del partido. Pero yo soy de los que creen que la sola presencia de un determinado jugador no sólo que contagia a su equipo, sino que genera otra mirada del rival. El Atlético necesita al "Kun" como cualquier borracho necesita un vaso de agua para apagar el incendio no bien comenzado el día después. El argentino fue un revulsivo sin serlo, ya que el Atlético se animó a otra cosa con él sobre el césped. No se puede dejar a la flota sin su buque insignia. Simao, el mismo que se encargó de igualar inútilmente el derbi, tuvo su esperada revancha y le puso cifras definitivas al partido.

¿Se logró paliar la tempestad de manera favorable? Eso seguramente terminará de saberse el fin de semana, cuando tenga que volver a la Liga y demostrar que todo lo malo anterior fue un espejismo. El punto ante el Liverpool salva la cabeza de Aguirre, que estaba pendiendo de un hilo, y a su vez permite dar a los locales un paso fundamental hacia uno de los objetivos a corto plazo que es por demás de importante: el acceso a los octavos de final de la Champions League. ¿Qué quedan muchas cosas por mejorar? Muchísimas. ¿Qué todavía este equipo no sabe lo que pretende de sí mismo? Es muy probable. Pero lo cierto es que después de toda la mala fortuna acaecida en forma conjunta, este punto hasta puede mirarse con cierto optimismo.

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