El Barça se hace un festín con un Atleti ciclotímico

Suelen definir los manuales de psiquiatría a la ciclotimia como un trastorno de bipolaridad, en donde la persona que la padece sufre períodos de euforia, intercalados con repentinas depresiones profundas. Podríamos decir tranquilamente que el Atlético Madrid sufre, al menos transitoriamente, de ciertos ataques de ciclotimia. Un equipo capaz de presentarse firme, seguro y hasta de golear lejos de su casa en Europa, para perder el rumbo de un partido a otro sin causa aparente. Los de Aguirre, para colmo de males, tuvieron la mala suerte de tener que padecer uno de esos imprevisible golpes repentinos justo en el Camp Nou. Así, al Fútbol Club Barcelona todo se le hizo mucho más sencillo. En un plumazo, barrió todos sus males en escasos minutos y le regaló a su afición una de esas noches inolvidables. De seguro, tan inolvidable -pero no por buenas circunstancias- como la que tuvo la defensa colchonera.

Los partidos jugados entre el Fútbol Club Barcelona y el Atlético Madrid siempre suelen ser cotejos vibrantes. Que yo recuerde, habría que buscar bastante atrás en el tiempo alguno que haya terminado con menos de tres goles e incluso sin alguno de los equipos triunfando por marcador abultado. Por eso mismo, y mucho más allá de la mediática polémica de "Messi vs. Kun", el encuentro que se daba en la Ciudad Condal era, a todas luces, imperdible. ¿Pero cómo analizar un partido que a los 10 minutos de juego ya tiene a uno de sus participantes tres goles por encima del otro?

De entrada, el Barça salió enchufado y con ganas de llevarse a su rival por delante. Tal es así que a los tres minutos de partido ya se encontraba por arriba en el marcador. Xavi lanzó un puñal desde la esquina al primer palo y ahí estaba Rafa Márquez para anticipar a su marcador y poner arriba a su equipo. Ni se enteró el Atleti del gol encajado que ya tenía un penalti en contra. Ujfalusi -que va a soñar con Messi durante varios días- baja a la "Pulga" dentro del área y Eto'o se encarga de sentencia la pena máxima. Pero no hay dos sin tres. Falta al borde del área y una auténtica maniobra de picardía rioplatense permitió que los goles se cuenten por tres. A todo esto, no habían trascurrido ni 10 minutos de juego y el partido, a todas luces, ya parecía harto definido. Todo lo que no le había salido a los de Guardiola en lo que va del año, ya lo habían conseguido en escasos minutos de juego y ante un rival que se suponía era justa medida para ver el estado de forma.

El Atleti no encontraba respuestas en ningún sitio. Para colmo, Heiting y Ujfalusi (y el sistema defensivo atlético todo) se encargaron de completar una noche fatídica en todos los sentidos, ya que no hicieron nada bien. La solidez defensiva que los de Aguirre habían ganado se iba diluyendo hasta parecer la de un equipo de 2da B. El equipo estaba roto, no era capaz de entregar un balón bien, el "Kun" no aparecía, pero tampoco le llegaban bolas limpias como para apelar su inventiva. El Barça, por contrario, tuvo un partido que rayó la perfección, de no ser por el error de Busquets en el tanto encajado. Xavi jugó un partido como para ser tenido en cuenta entre los mejores del mundo, Iniesta volvió a ser desequilibrante, Eto'o cumplió con su cuota goleadora y Messi demostró que tiene el mundo a sus pies. Una auténtica lástima que el que podría haber sido el sexto, antes del final del primer período, no haya entrado. Fue una jugada para ponerla en un cuadro, de verdadera inspiración maradoniana, y con un pobre Ujfalusi que todavía está intentando descifrar para donde iría el argentino. La sutil definición de la "Pulga" se fue apenas por un costado, cuando merecía ser un gol de esos que vemos en los resúmenes de fin de año y no lo podemos creer. Tanto que seguramente recordemos más "el gol que pudo haber hecho Messi" que el resultado final del encuentro.

El segundo tiempo, como era de esperar, estaría de más. Aguirre, quien ya se había suicidado en su planteo previo, quiso remendar las cosas para, al menos, tratar de no recibir más goles, no olvidándose que el próximo cotejo es contra el vecino de enfrente. El Barça quitó el pie del acelerador, los colchoneros se juramentaron no pasar más papelones, pero todavía hubo tiempo de un último regalo de los culés a su afición: combinación a un toque entre Henry, Xavi, Iniesta y definición exquisita del francés, como para ponerle la cereza al postre y que todos queden henchidos de fútbol. 6-1, resultado tenístico final para un duelo extraño, imprevisible, que fue fiel a su tradición goleadora y que siempre es promesa de pasar un buen rato. De seguro, no lo recordarán de la misma manera los aficionados rojiblancos.

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