Beijing 2008: Atlanta 96 revisited

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Corría el año 1996 y el estadio de Sanford, Atlanta, acogía otra final de fútbol olímpico como todas las que acontecen cada cuatro años. A esa cita acudían la máxima favorita, Argentina, y la gran revelación de aquella competición: una colorida (en todo sentido) selección nigeriana que sorprendió gratamente a todo el mundo futbolístico. La selección albiceleste que comandaba Daniel Alberto Passarella, con jugadores como Crespo, Ortega, "Piojo" López, "Cholo" Simeone o Zanetti caía sobre el final -en aquella recordada jugada en donde Sensini tira tarde el achique contra el ataque africano- contra la generación dorada del fútbol nigeriano, contra esos atrevidos Kanú, Okocha, Amunike, Amokachi y West, que consiguieron en aquel 3-2 el máximo logro de la historia futbolística de su país. Doce años después, la historia vuelve a repetirse. Al menos en lo previo y en los nombres de los representantes. El "Nido de pájaro" de Beijing verá como esa misma final de Atlanta se reedita con el mismo objetivo: los dos protagonistas, uno, el favorito, y el otro, la revelación, buscarán colgarse el metal aureo en su cuello.

Para llegar hasta esta instancia, Argentina primero tuvo que librar un choque de trascendencia más que importante. No sólo se jugaba el pase a las finales olímpicas, sino que además lo hacía contra Brasil. Y la verdad, todo fue mucho más sencillo de lo que se esperaba para la albiceleste, porque enfrente estuvo un equipo que salió más preocupado por lo que haría su rival que por lo que tenía que hacer por sí mismo. Si bien el primer tiempo dio la sensación de paridad, Argentina dominó a placer los tiempos del encuentro, el ritmo, la intensidad y la territorialidad del mismo. Y por eso no debe sorprender a nadie como comenzaron a llegar lo goles en el segundo período. Un Mascherano -una vez más- notable, un Gago mucho más afianzado a su lado, una dupla central impecable y la fantasía conocida de los de arriba, que siempre rinde el uno o el otro para suplirlo. Ante el primer partido en el que la celeste y blanca jugó a ritmo intenso, su rival no tuvo menos que flexionar las rodillas.

Lo de Brasil, que había ganado todos los partidos y ni siquiera había encajado un gol, fue ciertamente pobre. Hasta quizás, haciendo un recuento per cápita de los jugadores, sólo Rafinha se salve de la hoguera. Anderson, Lucas Leyva y Hernanes sólo preocupados por frenar a sus rivales y no por generar juego, Diego ausente sin aviso, Ronaldinho escorado sobre la izquierda con una evidente falta de actividad, Rafael Sobis arriba, más solo que la una, la dupla de centrales que no otorgó seguridad... O Brasil fue o Argentina se encargó de desnudar sus limitaciones. Capítulo aparte merece el entrenador "canarinho". Lo de Dunga es preocupante: mientras la historia indica con total claridad que Brasil ha ganado su cuantiosa gloria por medio de un fútbol alegre, vistoso y siempre ofensivo, el cabeza de cepillo se empeña en convertir a su combinado (¡incluso a nivel sub 23!) en un conglomerado de musculatura y falta de ductilidad.  No creo que tenga mucho porvenir por delante si mantiene esta postura. Lo crucificarán, más en una patria que siempre tuvo bien en claro qué tipo de fútbol le gusta.

El 5 de agosto de este corriente año, en este mismo sitio y a tan sólo dos días de que comenzara la disputa futbolística en los Juegos Olímpicos, en este mismo sitio se dijo que "la vuelta de Nigeria a los primeros planos del fútbol mundial sería el mayor logro. Ya conseguir una medalla de oro, como lo hizo aquel legendario equipo del 96 en Atlanta frente Argentina, sería toda una proeza". Y, curiosa e inesperadamente, es turno de volver a hablar de Nigeria. Tras despachar a Bélgica sin discusiones y con un contundente 4-1, parece que el primer paso, el de consolidar una base de jugadores (de los cuales muchos ni siquiera salieron de su continente aún) que pueda tener cabida dentro de la selección mayor en un futuro no muy lejano, ya parece estar dado. Samson Siasia y su meticulosa y disciplinada manera de trabajar parece que le han sentado bien a este combinado que ahora sí tendrá que estar obligada a buscar el oro. Llegar a esta instancia para tan sólo participar no tiene sentido y estoy seguro que ellos están pensando exactamente en lo mismo.

Las dificultades que Argentina tuvo contra Costa de Marfil seguramente querrán ser exprimidas al máximo por estas "águilas" que buscarán repetir el éxito de sus compatriotas logrado doce años antes. Pero mucho dependerán del estado de forma en que se levanten los geniecillos argentinos en esa mañana. Todos sabemos que contra la inspiración y el imprevisto, poco hay que hacer en el fútbol. Pero también sabemos que si justamente hay un deporte en donde todo es posible, este es el fútbol. Y por esa misma razón es que todos estaremos pendientes de ver quien es el que finalmente se impone en esta contienda olímpica, donde, de momento, todo ha transcurrido dentro de lo esperado y lo normal.

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