
Todo parece estar acordado entre el Valencia y Boca Juniors por el pase del juvenil Ever Banega, el mediocentro que Koeman estaba esperando después de la
tormentosa etapa final del año, donde la entidad valencianista fue noticia constantemente y no por sus buenos rendimientos. La cifra final sería realmente millonaria y significativa para un jugador que aun no ha llegado a los 20 años.
Campeón del mundo sub-20 y de la pasada edición de la Copa Libertadores, Banega es un jugador de mucha calidad en su pie derecho pero que
necesita si o si de un medio más de contención que lo apoye. La marca -al igual que Gago, al que reemplazó en Boca- no es su punto fuerte ni mucho menos. De hecho, si no hubiese portado la camiseta azul y amarilla en el torneo argentino, tendría muchas más tarjetas rojas de las pocas que ha acumulado. Ha gozado de los privilegios de jugar en un grande y ha tenido que jugar solo de volante central sin ser un recuperador nato.
No parece ser Banega la solución a los problemas del Valencia. No es un constructor de juego sumamente definido y tampoco es un volante de marca, de esos que raspan y hacen el trabajo sucio. La cantidad que se pretende pagar es una suma exagerada por un jugador que no ha demostrado aún el 100 por ciento de sus condiciones. Es más, con ese dinero pueden lanzarse a conseguir una auténtica joya. En Valencia se lo anuncia como el próximo salvador y el chaval aún siquiera ha exhibido toda su valía, nio siquiera en Boca,
donde solo brilló con Riquelme por delante.
A no ser que Soler, Koeman y compañía estén dispuestos a asumir otro error, puede que la afición se vuelva aun más en contra cuando vean que Banega no es lo que esperaban sino es un buen proyecto a futuro.
En Mestalla quieren soluciones ya, a corto plazo, no soportan más ver al equipo como está hoy por hoy. Por eso mismo, Banega lejos está de ser el bálsamo para semejante tormenta.