El 'Abecedario' del fútbol: Isidro Lángara, irrepetible

El delantero ha sido uno de los más eficaces del fútbol español

Las asombrosas cifras de goles conseguidas por los anotadores de los años treinta y cuarenta quedaron relegadas a un segundo plano cuando aparecen los registros de Isidro Lángara. Se trataba de un jugador con un potente disparo que hacía doblar las manos a muchos porteros. Delantero centro fuerte, atlético y ágil capaz de rematar con eficacia desde cualquier posición tanto con la cabeza como con las dos piernas, hecho que provocaba que se tuviera dudas acerca de si era diestro o zurdo. Estas cualidades serían suficientes para considerarlo como un futbolista único pero si se añade su eficacia goleadora nos encontramos ante uno de los más excepcionales rematadores que ha dado el fútbol español.

Isidro nació en Pasajes, Guipúzcoa, el 25 de mayo de 1912. Desde pequeño estuvo ligado al fútbol en los clubes modestos de su tierra: Siempre Delante de Pasajes, Andoain y el Tolosa CF. Al cumplir la mayoría de edad fichó por el Real Oviedo, iniciándose una extensa carrera de éxitos dentro y fuera de España. En su temporada de debut se encontró con el equipo en Segunda División aunque se convirtió en uno de los artífices del ascenso a la máxima categoría en 1933 y de los excelentes resultados de la preguerra. Era fijo en las delanteras conocidas como "eléctricas" donde destacaba con su suculento promedio goleador. Por este motivo, no es de extrañar que fuera el máximo goleador de la Liga en tres temporadas consecutivas (1934, 1935, 1936).

En el primer partido de la temporada 1934-35 el Oviedo derrotó 7-3 al FC Barcelona. Lo que más llamó la atención a los aficionados de aquel encuentro no fue la goleada, sino los dos goles de Isidro Lángara: ambos de tiro directo casi desde el centro del campo. El portero del Espanyol, Florenza, no se creía que desde aquella posición y a tal distancia le hubieran podido marcar a Nogués, el guardameta culé. No ya el hecho de anotar dos dianas de tal calibre en el mismo partido sino uno solo. Era tal su falta de fe que hizo señalar en el campo el punto exacto desde donde Lángara había lanzado la pelota. Lo que hizo reafirmarse en su postura hasta que semanas más tarde el delantero le batió de golpe franco desde una distancia similar.

Ya en 1932, con veinte años, había debutado con la Selección Española y llegó a jugar el Mundial del 34. Antes de la cita mundialista España debía jugarse la clasificación a doble partido con Portugal. El seleccionador no quería sorpresas y concentró a los jugadores unos días antes en El Escorial. El partido de ida tendría lugar en un Chamartín repleto de aficionados gracias a los que se consiguió recaudar más de 170.000 pesetas. La eliminatoria sería sentenciada en el primer encuentro con un rotundo 9-0, sin que los portugueses tuvieran opción de acercarse a la portería contraria donde se situaba Ricardo Zamora. La delantera estaba formada, además de por Lángara que anotaría cuatro goles, por “Bala Roja” Gorostiza. El partido de vuelta, en el que Isidro anotó dos goles, no tenía demasiada emoción con todo sentenciado para acudir al Mundial de Italia. La rotundidad de los tantos no concordaba con el desánimo popular de cara a la inminente cita. Para la preparación, el médico alavés Amadeo García Salazar concertó tres partidos con el Sunderland inglés. Don Amadeo no se cansó de explicar que el objetivo de dichos amistosos no era ganar sino acoplar al equipo para hacerlo más competente. De hecho, hizo pruebas sacando en cada choque a un once titular diferente. Tan solo el último sería el que apuntaba a titular, casualmente el único que perdería tras dos empates. La prensa española crucificó a los jugadores y al entrenador porque desconocían que el Sunderland era mejor equipo que muchas de las selecciones que irían a Italia, incluida Brasil, primer rival de España.

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El récord de Isidro con la selección fue espectacular con cerca de gol y medio por encuentro disputado, una cifra que incluso hoy día es difícil de igualar. Todo iba bien en la vida del delantero vasco hasta que estalló la Guerra Civil, la Liga se suspendió y los equipos se disolvieron. Lángara combatió durante la guerra en el bando republicano y viajaría con la selección de Euskadi para competir por diferentes campos de Europa. Corría el año 1937 y se acaba prácticamente su vida deportiva en España.

El combinado vasco comenzó su gira, con el fin de recaudar dinero para las víctimas de la Guerra, venciendo en Francia al Racing de París. Olympique de Marsella, Lokomotiv, Spartak de Moscú o las selecciones checoslovaca, noruega y danesa son algunos de los rivales ante los que mostraron su potencial. Justo cuando decidieron regresar a Bilbao fueron informados de que había sido tomado por el bando nacional, así que cambiaron de rumbo y cruzaron el charco. Tras varios partidos en Cuba deciden establecerse en México con el nombre de Club Deportivo Euzcadi para competir en la Liga Mexicana junto a otros equipos españoles formados por inmigrantes y exiliados, como el FC Asturias o el Deportivo España.

Cuando en 1939 finaliza la Guerra Civil algunos de los futbolistas deciden permanecer en México. Uno de ellos fue Isidro Lángara quien es convencido por Ángel Zubieta para fichar por el San Lorenzo de Almagro. Todo eran buenas palabras hacia él. Incluso Guillermo Stábile, que lo vio en Europa, garantizó a la directiva que su compra aseguraría goles. Dicho y hecho. Llegó una mañana a Buenos Aires y por la tarde vestía la camiseta de San Lorenzo contra River Plate. Lángara no necesitó adaptación solo ponerse las botas, saltar al campo y anotar cuatro goles a un equipo considerado imbatible. Las campanadas en los minutos 7, 13, 21 y 39 dejaron perplejos a todos los que estuvieron presentes mientras se preguntaban quién era aquel delantero que había machacado a River él solo.

En 1940 amplió su leyenda convirtiéndose en máximo goleador en Argentina, zanjando la racha de ligas de River y realizando una proeza nunca lograda hasta aquel momento: marcar siete goles en un encuentro. En 1943 abandona Argentina para regresar a México al Club Deportivo de España ,donde también se convierte en pichichi en dos ocasiones. Isidro hacía historia cada temporada que jugaba y fue el primero en ser el máximo goleador en tres confederaciones futbolísticas diferentes, algo que posteriormente también harían Di Stéfano o Romario.

Tres años después decidió regresar al Real Oviedo poniendo fin a su exilio voluntario. Aunque él mismo decía que había perdido su potencia goleadora transformó dieciocho dianas aquella temporada, quedando por detrás de Telmo Zarra que eclipsó sus actuaciones. En 1948 se retiró del fútbol, decidió regresar a México y, posteriormente, a Chile para entrenar a Unión Española. Elevó al Puebla mexicano haciéndolo campeón de Copa en 1953 y también fue técnico de San Lorenzo de Almagro. A principios de los noventa abandonó México para regresar al País Vasco, donde fallecería en agosto de 1992.

Hace veinte años nos abandonó uno de los más grandes futbolistas españoles de todos los tiempos, una grata persona que dejó el mejor de los recuerdos en sus goles y en las galerías de los clubes por los que pasó, convirtiéndose en inolvidable e irrepetible.

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