El regreso de Paulo Dybala

La llegada de Maurizio Sarri a Turín trajo consigo, después de mucho tiempo de trabajo y la llegada del rombo, una nueva versión de Paulo Dybala que, desde la llegada de Cristiano Ronaldo al monarca italiano, teníamos tiempo sin presenciar debido a que el esquema pasó a potenciar a la nueva figura. El argentino quedó en un segundo plano, hasta el punto de perder la titularidad el año pasado –con Massimiliano Allegri como entrenador- y no comenzar como un fijo en su totalidad en este nuevo curso.

La diferencia, más allá del esquema, pasa por la reconversión futbolística de la Vecchia Signora que, de la mano de Sarri, busca tener mayor domino de los partidos a partir de la pelota y explotar la calidad de sus principales intérpretes en el carril central. Por ello, más allá de será mediapunta o como punta en el 4-3-1-2 o 4-1-2-1-2, Paulo Dybala convive en un contexto que le favorece a partir de su movilidad alrededor de la pelota y la libertad que tiene para caer en diferentes carriles. A partir de su interpretación del juego, el argentino mezcla su posición entre la amplitud, profundidad o colocándose para recibir entre líneas o lanzando trazos largos para atacar zonas liberadas, porque tiene la capacidad de comenzar las jugadas ofensivas o darle continuidad a partir de sus toques, que siempre traen consigo una calidad individual sensacional.

Su calidad individual, más que conocida en la verdadera elite, está encontrando nuevamente un escenario donde puede mostrarse con naturalidad, de la mano de un entrenador que le facilita cada movimiento que parte de la necesidad que tiene de recibir la pelota y participar en el juego. Paulo Dybala es un jugador privilegiado que necesita de sus compañeros para ser importante y, de la mano de este nuevo proceso en la Juventus, está regresando a ese nivel que lo llevó a ser uno de los futbolistas más determinantes del mundo.