Vencedores y vencidos

El deporte requiere de los detalles para encontrar los valores fundamentales. Es pertinente hacer énfasis en esta cuestión y analizarlo.

Uno en la vida agradece cruzarse con ciertas ocurrencias. Permítanme no estar tan de acuerdo con la frase: “la información es poder”. Actualmente hay mucha información, hay mucho dato, hay mucha opinión. Partiendo de esa esquina, es donde hago retruco al dicho “la información es poder” y digo que “el que decodifica la información tiene el poder”. Hay tanta, que es pertinente saber para que uno la utiliza y por qué. En mi caso, suelo buscar pensamientos que me dirijan más a lo sustancial, que a lo superficial de las cosas.

Es de esta manera, que llego a una ponencia dictada por Julio Velasco. La misma fue detallada en italiano y luego fue desgravada a papel en castellano. Él fue entrenador de la selección italiana de Vóley en los años 90, llevándola a grandes gestas deportivas. Si, es cierto, tuvo en sus manos grandes hazañas. Pero también se le fueron de las manos otras tantas. Es por ahí donde parte el rumbo del discurso de Velasco: no existe la dicotomía de perdedores y ganadores.

Esta dicotomía suele ser aliada del fútbol. La entronización del triunfo termina generando ese principio de división entre triunfadores y vencidos, dejando de lado las ideas, los recursos utilizados, la ética emprendida, los valores cosechados, el espíritu del deportista, etc. Tal vez, solo tal vez, nos debemos un espacio para pasar por los pequeños detalles y encontrar esos valores que fueron distorsionados.

Hay que remarcarlo: hay deportes, como el fútbol, donde la gente debe sentir antes que razonar. Las mesas de café tienen un buen augurio. Se han dejado de lado las mesas especializadas, autorizadas, nutridas del ida y vuelta del conocimiento. El guiño es hacia las posiciones extremas que abandonan la lectura amplia de las situaciones tangibles e intangibles.

El otro día escuche que el fútbol es demasiado importante. Claro. Mucho más que otras cosas. Es tan vital, que suele ser difícil imponer la auto regulación o la moderación personal. Es claro que, si vamos a otros deportes, veremos que no tienen los mismos rasgos. Si queres marcamos un asterisco: el básquet no tiene la misma identidad sustancial que posee el fútbol.

No es gratis, que en escenarios como el Básquet nos topemos mucho más fácil con declaraciones como el de la oveja Hernández, post final del mundo de básquet entre Argentina y España, donde los pequeños detalles vislumbran los valores a no desdeñar: saber perder, reconocer al rival, agradecer la dignidad de los suyos, valorar el camino realizado.

En fin, el subrayado es el siguiente: hay que volver a los pequeños detalles para encontrar esos valores que tanto se necesitan.

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