La transformación de los egos
Mauro Icardi llegó al PSG. Un nuevo talento dentro del conjunto parisino. La administración de las voluntades individuales es esencial.
Ya cerrando las puertas del mercado de pases, uno de los últimos pasos fue la llegada de Mauro Icardi al PSG. El fichaje corresponde a un préstamo por un año, con una opción de compra de 70 millones de euros. La llegada del argentino se emparenta al mismo tiempo con el arribo del costarricense, Keylor Navas, a la institución parisina.
Es dentro de este contexto, donde hay que visualizar y gestionar las personalidades de cada jugador. Si hay algo que caracteriza al PSG es la presencia de grandes talentos que deben convivir mancomunadamente. Acumulación de talentos, donde se debe tener la intuición de reconocer donde están los signos de la mercadotecnia, de los excesos, de la perdida de la esencia colectiva, de las obligaciones de ser titular que poseen las presencias de nombres como Neymar, Cavani y Mbappe. Presencias que no solo han demostrado su estatus a partir del juego, sino también a partir de la misma línea comercial.
Partiendo de estos imponderables, Thomas Tuchel debe comprender que no solo la conformación de comunidades futbolistas se dan a partir de la táctica, la estrategia, la generación de mecanismos de recuperación y gestación, sino también como lo afectivo entre las partes lidia entre ellas para constituir afinidades, empatías, apartamiento de egos. A veces las sociedades no necesitan demasiado preámbulo organizativo, sino que con el solo mero de las relaciones afectivas permiten conformar complementariedades. El ser compinche no solo tiene la inquietud de lo estructural, sino también del factor humano.
Sabemos que Icardi es un futbolista que cocina su juego en un área acortada del campo. Su influencia no es expansiva, sino que es acotada. Su rango de acción implosiona en zona de definición. Es ahí, donde tiene movimientos y registros que le permiten adivinar, adelantarse, intuir, anticipar las acciones de juego. Tiene ese poder de síntesis que le permite abreviar la jugada entre la pelota y el arco. Condecorando este análisis, es pertinente decir, que es de esos jugadores que necesitan del guiño del ojo de sus aliados. No tiene grandes cooperaciones en el circuito de juego. Pero si las condiciones colectivas hacen florecer su talento, el PSG puede localizarlo en su zona de impacto, que es donde acrecienta su rol de rematador.
Es debido a esto, que las relaciones que debe encontrar Tuchel deben partir de dos situaciones: por un lado, metodologías y soluciones que le otorguen un idioma de juego al conjunto parisino y por el otro, es que el conjunto de egos que posee el PSG, sea transformado en un escenario de arraigamiento de aquello por el cual se llega al fútbol: la comunidad, relacionarnos con el otro, interactuar a partir del juego, la inquietud-ya sea inconsciente- de aprender de la otra persona. Es más: hay veces que si lo segundo esta consolidado, no se necesitan grandes exigencias tecnocráticas.