832 días después, James regresó a casa
El colombiano dejó la sensación de que nunca quiso irse del Real Madrid y que, de tener la oportunidad, peleará por quedarse.
Después de más de 800 días, James Rodríguez se volvió a colocar la franela del Real Madrid en el Santiago Bernabéu, lo que parecía imposible mientras Zinedine Zidane siguiera siendo el jefe principal de la plantilla. Pese a ser descartado en su momento, un cumulo de situaciones y hechos desafortunados, le dieron la oportunidad de tener una nueva noche vestido de blanco en uno de los escenarios más majestuosos del balompié mundial.
El colombiano, más allá de no estar físicamente en plenitud, tuvo un encuentro que dejó en evidencia que es una variante que necesita esta versión del conjunto merengue. Actuando como interior derecho, James contó con la libertad necesaria para mostrar los rasgos que lo han llevado a ser considerado una estrella. Recibiendo entre líneas, retorciendo para ayudar a Toni Kroos en la base de la jugada y atacando la zona como un punta más cuando Karim Benzema lateralizaba su posición para ocupar la zona de Isco Alarcón en banda izquierda.
Sus ideas sumaron constantemente a la zona de construcción blanca, pese a que en ocasiones chocaba posicionalmente con los movimientos que también hacía Isco. Sus desplazamientos convertían al Real Madrid en un equipo profundo y con mucha capacidad creativa aunque no lograran romper con el plan inicial de Sergio González. Consiguieron tener la pelota en las zonas donde el Valladolid no sentía peligro y forzándolos a ir para afuera, encontrar espacios y centrar a la nada misma. No había una referencia que lograra finalizar cada envío lateral.
Volviendo a James, el colombiano dejó la sensación de ser todas las soluciones merengues en ese último tramo de la cancha donde, más allá de necesitar un poco de desequilibrio/regate por fuera, lograron generar situaciones ventajosas en múltiples momentos ante una defensa replegada. Sus intercambios con Bale, cuando este hacía su diagonal a espaldas de los defensores rivales, eran claves para la repartición zonal de cada uno dentro del sistema de progresión. El problema principal era cuando no lograba detectar a donde ir y terminaba moviéndose en son de la pelota y en quien la tuviera, acercándose a él para ser un pase sencillo lo que en verdad se transformaba en un obstáculo para el progreso paulatino.
Al final, después de salir aplaudido por todo el Santiago Bernabéu, James Rodríguez dejó sensaciones positivas tanto por el rendimiento de él como en lo que deja para el resto, es decir, sirvió para evidenciar aún más lo que necesita este Real Madrid a nivel colectivo que, al son de hoy y entendiendo que lo que plantea Zidane, parece estar ligado a la improvisación individual, altos rendimientos y destellos de solitas que, con tanta claridad, terminan dando un sentido claro al colectivo.