Neymar: el forajido
Siguen las tratativas para ver donde Neymar sigue su carrera. El PSG y el Barcelona todavia no llegaron a un acuerdo. Esto se alarga.
Finalizó la cumbre entre el PSG y el Barcelona. Una cumbre que posee un contexto no solo financiero sino también en cuanto a expectativa. Por el lado del jugador brasileño, este mismo no tienen intenciones y aspiraciones de seguir vistiendo la camiseta del conjunto parisino. Antes esta situación, la dificultad que propone el brasileño desde su conflicto profesional de no seguir en el PSG, hace que haya un conflicto que hay que tramitar. Por eso, las partes entre la institución culé y parisina se juntaron, pero no llegaron a un acuerdo entre las pretensiones de cada uno.
El club francés pide € 100 millones de euros mas el intercambio entre Coutinho-Semedo. Por el lado catalán, tiene el impulso de incluir a Coutinho-Rakitic con opción de compra por Neymar de entre € 80-100 millones, a cancelar durante la temporada 2020/2021.
Bien sabemos la trascendencia que posee Neymar. Cada accionar no se queda estancado en A. Sino que repercute en A, B, C, D, E, F. Es ahí donde la atracción de la mercadotecnia nace y se acrecienta. Hay algo de esto que tiene una premonición: el jugador quiere volver a sentirse feliz, volver a formar parte de un lugar donde encontró salud, virtudes, confianza, un ambiente como de familia. A partir de estos elementos, Neymar busca volver a donde encontro un sentido de pertenencia: el Barcelona.
Se suele catalogar a Neymar como un futbolista caprichoso, que no se interioriza en lo verdaderamente esencial, que es el juego. Es ahí donde lo tildan de flojo, de poco trabajador, de ser una persona de bajos esfuerzos, de no amoldarse a estos tiempos de hiper profesionalismo. A Romario le solían machacar lo mismo. Hay algo del brasileño, de la batucada, de la fiesta que es mirado de reojo por la productividad, donde el trabajo debe primar y el ocio y la alegria es impostora. Neymar debe ser un prototipo de estos tiempos: disciplinado, cauteloso, rígido, serio, que no se pierda en las lujurias de la fama y el dinero. Ademas de que todas estas aseveraciones forman parte de personas que se encuentran por fuera de todo conocimiento de lo que piensa y siente Neymar.
Es justo manifestar, que el jugador que quiere cultivar una carrera profesional, debe tener la capacidad de superación, la calma para adaptarse a estos tiempos volátiles, lidiar con la confusion que provoca los lujos, las giras, lo novedoso. También es cierto que le pedimos una historia lineal a un jugador totalmente nacido desde el desparpajo. Donde su juego forma parte del gen brasilero: el riesgo, el atrevimiento, los pies descalzos, la alegría. Es dentro de ese marco, donde estos jugadores necesitan un manto de contención para verse reconocido. Un ecosistema donde encuentre sus inicios, el barrio, la complicidad de aliados, la sonrisa del encuentro y la sociedad, etc.
Cuando a Neymar lo vimos feliz es porque había algo de la comunidad que él encontraba como identitaria. Como se suele decir: la identidad son los rasgos de una comunidad. Y los rasgos se vieron potenciados en este jugador cuando encontró que sus propias reglas y pautas se ajustaban y se armonizaban con un contexto representativo y que comprendia su singularidad.