Neymar y el consumo contracultural
Neymar no se siente cómodo en el PSG y busca un nuevo destino. Acá desandaremos algunos indicios a tener en cuenta para analizar.
Hoy por hoy, el mercado de fichajes sigue en vilo y despierta atracciones. Neymar sigue en el PSG, pero al mismo tiempo no está. Nos estamos perdiendo tal vez un talento dentro de la superficialidad. Ya sea por el aparato de la mercadotecnia o por el mismo brasileño que no logra encontrar satisfacción en el lugar en el cual se encuentra. Como sabemos: la persona también es el lugar en el cual se encuentra y de que manera lo va condicionando a ciertas actos, pensamientos y sentires.
Acá planteare algunos puntos a tener en cuenta:
- La fijación: el brasileño es el punto de la mercadotecnia. Se lo acusa de ser relajado a través de su fama y dinero. Investigan si sus lujos, giras y capacidad de motivar las novedades periodísticas lo alejan de la esencia del futbol, de sus raíces como futbolista: la pelota, el vecindario, la interacción con los compañeros, la pelota picada contra una pared, la imaginación, la fantasía. Se lo acusa también de modificarse todo el tiempo, de no tener una identidad estable, fija, universal. En otras palabras: que sea un humano que respete las condiciones de consumo: el trabajo, el esfuerzo. Lo miran de reojo, si se divierte, si es feliz, si tiene alguna fiestita por ahí. Como no respeta las pautas de consumo es alguien decadente, impostor.
- Las lesiones: Tal vez nos estemos perdiendo de un jugador genial por su reincidencia en las lesiones. Es un crack, tiene imaginación, fantasía, improvisación sobre la marcha. Es el jugador con la gambeta más indescifrable del mundo. Es de esos jugadores que tienen una capacidad abismal para sacarse jugadores de encima, pasarlos como conos si esta en un envión de velocidad, penetrar entre una maraña de piernas. Cuando aplica agilidad, no va por el césped, va por el aire, flota, levita. Capaz de decidir resultados.
- Lo sustancial: si nos situamos en la superficialidad, las acusaciones están en las portadas. Ahí es donde los fallos sobre Neymar, fallan a su perjuicio por su poca reticencia a ser como tiene que ser el jugador de elite: disciplinado, serio. Pero si nos situamos en los sustancial: es un futbolista que, si logra mantener su identidad dentro del campo de juego y lo respetan las lesiones, es un jugador de disfrute, regocijo, placer, que nos recuerda aquello que dejamos atrás: la magia de hacer lo que queramos con la pelota. La pregunta es si esa estabilidad deportiva la encontrara en el PSG o en otro sitio. Parecería que Paris no es su zona de confort. Ojalá la encuentre.