Eden Hazard: el jugador libre en un contexto metódico
Eden Hazard salió campeón de la Europa League al ganarle 4 a 1 al Arsenal. Un nuevo desafío se viene para él: Real Madrid.


Hay contextos metódicos, esquemáticos, rígidos en el futbol. Hay plataformas que buscan mejorar al jugador. Ecosistemas que pactan con la creatividad y buscan potenciar al futbolista. Hay otros entornos, donde rige el orden, que quita libertad, espontaneidad y posibilidades de juego. El jugador libre dentro de un entorno metódico y de exceso táctico, pierde su capacidad de libertad e intuición, de saber dónde y cómo ubicarse y colocarse en situaciones de influencia. El exceso táctico le tracciona su espontaneidad, su fantasía, su gracia.
Simplemente, hay futbolistas que son peculiares. Un capitán no puede hacer resoluciones de un soldado raso. Cada jugador tiene su inteligencia, sus habilidades, sus singularidades, sus ilusiones, sus obligaciones y posibilidades. Es ahí, donde el lugar de un jugador requiere de las condiciones para que florezca. Las necesidades tienen que estar ligadas a la conquista del talento, no de la voluntad.
El regate, la improvisación son herramientas donde tienen que accionar en los últimos 30 metros del campo. El fútbol es la pregunta (o debería) constante del donde recibo y cómo lo hago. Si mi equipo recupera en zonas bajas del campo, la gambeta tendrá que hacer largos recorridos y esfuerzos para llegar al balcón del área rival. No solo eso, sino que también el rival aglutinará mejor sus líneas para quitarle margen de maniobra al regate, ya que tendrá las líneas compactas. Hay jugadores que se llevan bien en espacios extensos. Pero hay otros, que necesitan de equipos que monten campamento en campo rival, que proponga un estilo de trayectos cortos, de no salteo de la zona de elaboración. En otras palabras: que genere condiciones previas que los situé en zonas benéficas y con diferentes líneas de descarga y pase.
Si hablamos de la nobleza de la gambeta, Eden Hazard, es de esos jugadores que requieren de intervenciones, porque mejoran la acción de la jugada, porque generan caos. Pero el hacer tiene que tener un por qué. No algo mecanizante, sino un contexto: en donde recibiré, en que condiciones, con que sostén. Unir la construcción de juego con el vértigo es el equilibrio con la dosis justa. Hazard propone el caos a través del dribbling, la pared, el remate, la ruptura de líneas, la destrucción de líneas defensivas.
El belga, dejará el Chelsea para ir al Real Madrid. Queda en evidencia, que Eden adoleció de un soporte que pueda explotar en toda su dimensión, su inspiración individual. Un sostén que lo arrope con variantes y riqueza táctica. Son jugadores que pueden elevar hasta el cielo a un conjunto que le otorgue un funcionamiento sofisticado que le aumente las probabilidades de juego.
El Real Madrid es un estamento donde las expectativas fluyen por sí solas, por su historia, por su relación mediática, por su coqueteo con la mercadotecnia, por su poder simbólico, entre otros elementos. Una persona es por los objetivos que se propone. En un club donde se establecen dos palabras: “todo” y “siempre”, la calidad y el carácter deben ser aliadas del jugador. Y no tengo dudas que Eden, posee estos condicionantes.
En la cultura del impacto, suele no tenerse en cuenta el proceso de adaptación y maduración que tiene un jugador a una nueva cultura, a otros jugadores, a la presión y obligaciones, a una tradición instalada, al precio pagado, a las emociones, al contexto técnico-táctico. El verdadero talento, suele decodificar estos obstáculos.