Xavi Hernández: el corre caminos del coyote
A sus 39 años se retira como futbolista, Xavi Hernández. Dejará esa función, para encaminarse a su proyecto como entrenador.
La mercadotecnia suele confundir al futbolista en su camino al crecimiento. El dinero y la fama suelen desviarlo de la esencia del fútbol y de lo verdaderamente importante. Cuando el marketing arriba a las canchas, no todos tienen la calma o la capacidad de superación para no dejarse llevar por las olas de las modas, los lujos y las giras. Es en ese ámbito, donde el jugador se entromete con lo que corrompe y es donde pierde todo tipo de disciplina, hábitos saludables. Bueno, este no es el caso del jugador que se acaba de retirar a sus 39 años: Xavi Hernández.
En una entrevista que le realizaron hace poco, el español sentenció que su ida a Qatar le había permitido salir y darse cuenta de la burbuja de estrés en la cual estaba inmerso dentro del Barcelona. La competencia constante, el tener que rendir exámenes cada día, hacían que el futbolista tenga que tener las antenas bien prendidas para no desenfocarse del próximo partido. Y como sabemos, los días venideros en el Barca llevan dentro de sus archivos obligaciones, presiones y expectativas. No es para cualquiera mantenerse, sostenerse y no abandonarse en ese camino. Se requieren de futbolistas dúctiles, conceptuales, aptos técnicamente, inteligentes, con personalidad, carácter para poder cumplir con los objetivos que uno va desandando y así expandirse en el tiempo.
Con este tipo de jugadores, se deben sacar ciertos axiomas a la luz: “es importante ganar, pero el virtuosismo es lo que potencia el recuerdo”, “correr corre cualquiera, la voluntad es con el juego”, “la verdadera velocidad en el fútbol no es la física sino la del juego”, “con el tiempo, la cabeza se extiende y el físico comienza a mermar”, “el futbol es engaño, espacio y tiempo”.
La naturaleza es sabia: si serás alto, serás alto, si serás chiquito, serás chiquito, si serás veloz, serás veloz. Sin embargo, lo que se debe obtener en la fuente de conocimiento es el talento. Es la transferencia cognitiva. Son así los futbolistas como Xavi: cuando lo llamen para protagonizar un partido benéfico seguirá jugando bien, porque los jugadores inteligentes no conocen de puntos fijos, sino que prolongan su vigencia. Su inteligencia los hace perdurables. Son hijos de la supervivencia.
Si nos adentramos al mundo de la intensidad y la actitud, veremos que el talento, el jugador “frio”, el que piensa por sobre el que corre, es sospechado. Pero hay que decir una salvedad: Xavi era el que mejor corría. Cuando pensabas que le ibas a rebatar la pelota, desaparecía, no lo podías desactivar. Al ser un jugador que no tenia un punto de velocidad como Mbappe, giraba en 180° o 360°, protegía la pelota, se perfilaba, pensaba rápido y sabia que hacer antes de recibir para no tardar mucho tiempo con la pelota en los pies, giraba la cabeza varias veces antes de recepcionar para escanear lo que sucedía a su alrededor. Con esos detalles, iba por delante de los demás. Él era el corre caminos, mientras los demás eran el Coyote.
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Xavi te hacia recordar porque habías elegido este deporte de mala manera: tocaba la pelota de acá para allá, desaparecía, nunca la retenía de más, circulaba rápidamente, a uno o dos toques. Sus rivales no podían obtener eso por lo cual empezaron a ser futbolistas: la pelota. Un suplicio para el rival. Un júbilo para el público.
Fue la pelota como comunicación. Pocos jugadores que se comunicaran con los 10 integrantes restantes, como lo hacía el nacido en Terrassa. El toca y dame. El socio de todos. Xavi era el Barcelona. Era el eslabón de la idea. Los clubes son sus valores. Esos valores que hay que perseguir, sembrar, regar, pulir, reciclar, conservar, modificar. Por eso, hay jugadores por lo cual no podemos ser mezquinos. Se lo recordara al español. Porque cuando dejan de jugar, es cuando se los idealiza.