Esto es un petitorio: seamos más ingenuos
Lionel Messi convirtió 3 goles en la victoria del Barcelona por 4 a 1 al Betis. Un jugador de época, que nos sigue asombrando.
En un momento de reflexión, llegue a la conclusión de que es hora de dejar pasar una. Son momentos difíciles de impulsar este tipo de procederes. En tiempo occidentales, nos han enseñado de que debemos tomar partido por cada situación que se nos presente. Es dentro de esa proyección, donde el agradecimiento de algunos silencios y la dejadez de cierto protagonismo y activismo, cobra valor. Es como una propuesta: a veces debemos suspender el juicio.
Hay que soslayar que es común ver en la opinión publica una resistencia hacia el callar. Y mucho más en tiempos de interacción de redes sociales, donde todos debemos opinar, de todo, todo el tiempo. La construcción de la todologia se pronuncia en todo momento. Hay que opinar, aun si no somos expertos o no estamos empapados de ciertos temas. El pronunciamiento constante, lleva a la escritura a ser la antesala de la lectura, cuando tendría que ser de forma inversa.
Es allí, donde nace la propuesta de no pronunciarse en cada esquina que llegamos. Que dejemos pasar alguna. Que sepamos que hay silencios que se agradecen y que hay obras a las que solo hay que detenernos, observar, disfrutar y aprender. No es sencillo. Despojarnos de la fugacidad instantánea, del pensar fácil, del sentido común, para transformarlo en un pensamiento superior, requiere de una gran humildad y de una apertura de mente, para pasar de una tendencia vulgar a una tendencia intelectual, filosófica.
En un mundo donde las opiniones salen y entran como si fueran una puerta giratoria, el fútbol convive con el sectarismo, donde se configura todo en bueno y malo, y donde el jugador de fútbol debe corresponder a las propias obsesiones del aficionado. Es en ese marco conceptual, donde se pierde la oportunidad de ser niños y nos volvemos sofisticados. Es en ese campo, donde un jugador especial como Messi es sospechado.
Cabe subrayar lo siguiente: el niño sabe con qué emocionarse, porque todavía sigue siendo ingenuo. Pero esa ingenuidad se va perdiendo, con el correr de los años. Cuando vamos creciendo, nos topamos con situaciones de la vida que nos hacen ser personas conscientes de lo que estamos viviendo. Y lo que se vive, es bastante retorcido. Es ahí, donde hay poco espacio para cancelar la incredulidad y dejarse llevar.
Es un petitorio esta nota: dejemos de gustarnos tanto. Dejemos de sentirnos tan importantes a nosotros mismos. No veamos a Messi como si fuera un vaso medidor. Estos jugadores no se miden. Cuando a estos tipos de futbolistas se lo contabiliza, se pierde lo sustancial: su carácter artístico dentro de la cancha, su mentalidad competitiva, su belleza, el sentido de representatividad con el barrio, el lado más sano e infantil del fútbol, su transformación como jugador con los años, su perpetuidad en la elite del futbol mundial, el espejo que crea en cada niño que quiere ser como él.
Creo que es hora de ser mas ingenuos. De dejar de lado los odios, la malevolencia. Extirparnos los rencores, los excesos, las disputas. Dejar de fiarnos de las emociones. Jugadores como Messi no son moneda corriente. Retirar las cuentas bancarias y la mezquindad. A estos futbolistas, uno debe diseminarle fronteras. Cuando se rompen esas escaramuzas, es donde este tipo de jugadores trascienden y se expanden en el tiempo.