Sergio Agüero: cuando la trayectoria es distorsionada
Agüero empezó el año con un gran partido en la victoria del City frente al Liverpool. Un jugador que no se lo valora como tendría que ser.


En una entrevista realizada a Cesar Menotti, el entrenador argentino había dicho que un jugador le recordaba a Romario. Tal vez no por su carácter bohemio o por su personalidad, tanto afuera como adentro, que requería entender al genio desde sus propias reglas y desde sus singularidades. Sino por su manera de moverse, de ejecutar, de tomar decisiones.
El jugador en cuestión es Sergio Agüero. Un futbolista infravalorado y no tenido en cuenta como tendría que ser. Especialmente en Argentina, donde la entronización del presente está caracterizada por la emoción del resultado. Emoción que llega a lugares insospechados porque transforma una trayectoria meritoria de un jugador, en algo degradante, y en vez de enaltecerla, se la desprecia.
El resultado es importante, pero nunca se ha sentido tan cómodo como hoy en día. El clamor esta a la orden del día. Las redes sociales han potenciado al mismo y cuando un jugador no cumple con las obsesiones y las expectativas del aficionado, este se desilusiona y traduce esa desilusión en una actitud implacable de odio, malevolencia, sospecha, resentimiento, humor dañino. Y Agüero nunca pudo satisfacer a ese sector que pone al resultado por delante del entendimiento de las causas, la trayectoria, las cualidades y el soporte que debe tener un jugador para ser arropado y aprovechado su talento.
Yendo al camino realizado por el ex jugador de Independiente, Atlético Madrid y actualmente del Manchester City, la carrera es para subrayar: ganador de la Europa League y Supercopa Europea con el aleti, campeón de la Premier League (3 veces) con el City, máximo goleador histórico de los citizen y uno de los goleadores históricos de la Premier League, entre otros palmares. Sin embargo, para el sectarismo, que divide todo entre bueno y malo, no cumplir con la “demanda ganadora” en Argentina, es un acto de fraude que realiza el prócer a su patria. De esa manera, la mezquindad esta a la vuelta de la esquina y el reconocimiento hacia el otro no existe, se subestima y porque no, se bufonea.
Pero la ruta desandada por el futbolista surgido en las inferiores de Independiente, no solo tiene que ser respaldada por estadísticas o laureles, sino también por su forma de pensar, sentir y ejecutar el fútbol. Agüero tiene esto bello que es tener el centro de gravedad bajo, lo que le permite dinamizar su juego: gira, pasa la pelota de una pierna a la otra, recibe en movimiento, realiza controles orientados para abreviar la jugada y situarse en ventaja para rematar, lleva la pelota cerquita cuando conduce y al mismo tiempo cambia de idea, de dirección, de orientación.
Asimismo, la productividad que otorga a través de sus detalles técnicos, le agrega lo conceptual. Lo conceptual se ve en sus movimientos líquidos por todo el frente del área, que no da referencias al rival. De adentro hacia afuera, de manera horizontal y vertical, se aleja de su marca para darse margen de maniobra y poder rematar, asistir, gambetear. A esto se le suma su capacidad de formar parte de los cables de pase y de realizar movimientos que fabriquen espacios, que deben ser ocupados y explotados por sus compañeros.
Por otro lado, cuando la pelota cae en el área, el instinto esta a pedir de Agüero, que nos enseña que no hace falta ser alto para trascender, sino pillo. La velocidad en estos jugadores, viene en frasco chico: la intuición, el adelantamiento de la jugada, el anticipar, el adivinar. Además del repertorio que posee para definir: fusilando, con un toque a la red, con empeine, abriendo el pie, levantando la cabeza para saber donde se encuentra el arco antes de definir, de cabeza, a contrapié del arquero, etc.
Cabe recalcar, que el talento no tiene edad para el aprendizaje. Llego Guardiola y le expandió sus posibilidades de juego. No solo desde lo colectivo sino también desde lo individual. Es un futbolista que tiene menos intermitencias a la hora de la faceta de recuperación. Le añadió generosidad, voluntarismo, solidaridad al servicio de lo colectivo para realizar pressings en diferentes puntos del campo para acosar, asfixiar y forzar el error al rival. Esto sin quitarle el verdadero poder que tienen estos jugadores: la libertad.
Creo que es hora de disfrutar a estos jugadores. Es injusto evaluar a un futbolista solo por lo que gano o por lo que no gano. El fútbol no se mide. Es ahí donde perdemos toda fe poética y reemplazamos el disfrute que genera este deporte por cuestiones superficiales.