Lucas Torreira: la voluntad charrua en escenario pulcro

Lucas Torreira le esta aportando al Arsenal no solo sus condiciones atleticas, sino también sus cualidades conceptuales y tecnicas.

El jugador de futbol arriba a la titularidad desde diversos aspectos. Algunos, con el correr de su trayectoria, van constituyendo una institución dentro de una misma institución. Messi en el Barcelona es un ejemplo de esto. Su expresión dentro de la cancha, sus récords y estadísticas, conformaron un capital simbólico, social y deportivo, que necesitan de reglas propias. Como, por ejemplo: un equipo que juegue a favor de la intuicion del argentino.

Por otro lado, tenemos aquellos que decantan su ingreso al 11 inicial por la expectativa de mercado, independientemente de su talento. No vamos a descubrir las cualidades de Neymar, ni su improvisación, ni sus cambios de direcciones sobre la marcha. Su llegada al PSG, la ilusión de la muchedumbre, los números manejados, el montaje marketinero, la mercadotecnia utilizada construye obligaciones y presiones para el entrenador de turno. La trascendencia te facilita el acceso a la titularidad.

Y, por último, tenemos casos como el del uruguayo Lucas Torreira. Casos que sirven para denotar que el mercado de fichaje de un club explica quien es quien dentro del mundo futbolístico. A grandes rasgos, los jugadores sudamericanos tienen la fama de asimilar nostalgias, emociones que se le van presentando, cuando se lo corre de su lugar de confort. Sin embargo, el jugador no solo debe adaptarse a sus situaciones internas, sino también adecuarse a lo externo: a diferentes escenarios, a una identidad representativa, a personalidades singulares.

Cuando hablamos de un estilo representativo, hablamos del Arsenal. Club que desde la llegada de Wenger ha construido una manera de sentir, pensar y ejecutar el fútbol. Un juego pulcro, asociativo, de búsqueda del merecimiento. Con el tiempo eso se fue relajando y deshilachando, pero sigue impregnado dentro del Arsenal. Es a este lugar, donde Torreira desembarco. En un lugar donde hay ciertos valores y un sentido de pertenencia que distinguen a una institucion y conforman un poder simbolico.

Para el jugador, el lugar es indispensable para sentirse arropado, para que florezcan sus condiciones. Y el uruguayo ha encontrado en el Arsenal, una plataforma para demostrar no solo sus cualidades charruas: el voluntarismo, la generosidad, la solidaridad, la persistencia, la voluntad. Sino también su creatividad para formar sociedades.

Cabe recalcar, que Torreira es un jugador que a partir de sus virtudes se le deslumbran defectos. Visualizándolo, en su expresión corporal y en sus gestos, se puede constatar el corazón que tiene. Corazón que hace que haga desplazamientos largos, que prolongue su condición física, que realice desplazamientos hacia adelante y hacia atrás o de manera horizontal con constancia, que tenga reservas para desplegarse. Es en esos elementos positivos donde se le descubren algunas falencias. Con el afán de darlo todo; a veces peca de llegar a destiempo, de exagerar los movimientos, de disputar el cuerpo del rival antes que la pelota.

Sin embargo, el ex jugador del Sampdoria, es un futbolista que a su agilidad le agrega interpretación de cuál es el momento adecuado para anticipar, para quitar, para hacer tackles, para leer intenciones del rival, para tener sentido de la colocación y estar cerca del poseedor o de un posible receptor, para hacer coberturas por detrás de la línea de presión. Sin embargo, no solo es un jugador con registros defensivos sin pelota. También lo es con pelota. Es un jugador que, con su pase corto, dándole continuidad al ataque, hace que las líneas se junten y ante perdida el equipo no este descolgado para volver a recuperar.

Además, tiene las condiciones para orientar bien su cuerpo y darle a la circulación de la pelota efectividad, ayuda a la línea defensiva para tomar decisiones y realizar los primeros pases, saca bien la pelota desde abajo, su juego estimula el dominio y el control de la posesión, se postula como hombre libre para hacer progresar el juego, rompe líneas con conducciones o pases cortos quebrando con la monotonía y con la conservación exagerada de la pelota.

Sabemos que el futbol no es una foto fija. Es un ser vivo. Hay estados de ánimo. El rendimiento individual entra en un periodo de estancamiento. El funcionamiento entra en un momento de inestabilidad y atenta con la manera de sentir y pensar del jugador dentro de la cancha. Actualmente, Torreira está un rendimiento óptimo. Está en el jugador de fútbol, comprender las necesidades que le van surgiendo día a día, ir asimilándolas e ir encontrándole soluciones.

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