Dembélé, échale huevos

OPINIÓN - Los culés empiezan a perder la paciencia con él por su apatía en el campo. Necesita demostrar que quiere triunfar en el Barça.

El público culé está teniendo mucha paciencia con Ousmane Dembélé. Sabe que el chico forzó su salida del Borussia y que eso le hizo vivir una época de estrés donde no pudo entrenarse y que eso provocó su grave lesión al inicio del año pasado. La grada aprecia ese detalle que tuvo y entendió que la última parte de la temporada pasada tenía tantas dudas en su cabeza que por eso dejaba grandes actuaciones con partidos donde pasaba prácticamente desaparecido.

Para este año, las cosas iban a ser diferentes. Se le iba a pedir resultados desde el minuto 1, siendo ya parte del equipo y haciendo pretemporada completa. Aunque Valverde amagó con venderle, su gran partido ante el Sevilla en la Supercopa de España y el inicio liguero, siendo el pichichi del equipo y salvando muchos partidos con sus goles, parecía situarle definitivamente en el 11 inicial con una grada encantada con él. Pero el equipo no terminaba de despegar, atascado en el centro del campo y partido en dos, los resultados no llegaban y el juego preocupaba a la masa culé que pedía a Valverde algún tipo de reacción. La irrupción de Arthur le ha hecho imprescindible a día de hoy y eso, ha provocado que el sistema haya cambiado, dejando fuera a Dembélé.

El tipo de juego que aporta el francés es vertical, rápido, capaz de cargar una contra y finalizarla o asistir a un compañero, como se pudo ver en el 5-1 que el Barça le marcó al Madrid, con un Ousmane que dejó roto a Nacho para dejarle en bandeja el gol a Arturo Vidal. Este es un tipo de juego más propio de minutos finales de partido, casi como servir de revulsivo o para desatascar partidos donde se requiere un poco más de juego de banda, pero esto parece insuficiente para alguien que costó 105 millones de euros fijos más otros 40 en variables.

Puede que esto haya caído como un jarro de agua fría para un Dembélé que se veía titular fijo en los primeros partidos, para acabar jugando los minutos finales de los partidos o incluso, no terminar saltando ni al verde, como ocurrió en Champions ante el Tottenham o el Inter de Milán. Su actitud en el campo resultó noticia en las últimas semanas, como cuando tardó 7 minutos en prepararse para saltar al campo ante el Sevilla cuando Messi se lesionó. En aquél encuentro se le pudo ver apático, sin ganas. Perdía muchos balones y apenas corría para luchar por balones divididos.

El público puede entender que esté desanimado pero la grada culé no acepta jugadores que no se dejen la piel en el campo aunque solo salgan para disputar 10 minutos. El claro ejemplo es Vidal, que pese a lo poco que juega, muestra en el campo que quiere exprimir cada segundo que pasa en él. La apatía, la dejadez y que se haya conocido que llega tarde a los entrenamientos e incluso a los días de partido, no ha gustado nada entre los barcelonistas.

Dembélé necesita echarle huevos. Necesita demostrar que quiere triunfar en el Barça. Solo tiene 21 años y sus cualidades son impresionantes y aunque puede que su estilo no sea el más idóneo para un equipo como el catalán, es una de las mayores promesas existentes en el mundo del fútbol y tiene muchísimos años por delante para hacer historia con la camiseta del Barça. Pero necesita hacerlo ya porque la paciencia de la grada y del cuerpo técnico empieza a agotarse y el francés es alguien con mucho caché en Inglaterra, donde sí que se ajustaría alguien de su perfil (por ejemplo, en el Liverpool de Klopp) y esos 100-120 millones de su venta podrían facilitar la llegada de jugadores muy necesarios en el Barça como De Jong o De Ligt. Está en su mano si quiere terminar jugando junto a los talentosos holandeses en el futuro o servir como moneda de cambio para su llegada.

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