Fiorentina-Juventus: Los motivos de su rivalidad
Fiorentina y Juventus se enfrentan este martes y aprovechamos para analizar los motivos de una de las rivalidades más calientes de Italia
El simpático Como aún disfrutaba de tardes al sol que más brilla, los hoy aliados de catacumbas Catanzaro y Avellino, todavía tenían etiqueta de ‘uccide-gigante’ (mata gigantes’) y hasta el ahora todopoderoso Milan, arrastraba problemas extra-deportivos que lo volvían a mandar a Serie B por última vez en su historia. El ‘bigotón’ Roberto Pruzzo repetía por segunda vez como Capocannoniere y un jovencísimo novato llamado Roberto Mancini, ya apuntaba maneras en su primer año en Serie A con el incipiente Bolonia. Aquella temporada 81-82, generó muchos titulares noticiables en su última jornada pero ninguno tan importante para el futuro, como el que engendró la enemistad del líder toscano, la Fiorentina, contra su homónimo piamontés, la Juventus.
Una tarde donde el Scudetto estaba en juego, donde la igualdad entre ambos era absoluta en la clasificación y donde una serie de infaustos errores arbitrales, evitaron que el animoso conjunto viola, certificara un merecido título nacional. Una amalgama de decisiones escandalosas que determinaron aquél título y originaron una nueva rivalidad entre un club abochornado, que se auto-obligó a defender su orgullo desde aquella tarde, cuando fue pisoteado víctima de uno de los mayores escándalos del fútbol italiano. Era la primera de las tres citas que, hoy más que nunca, todo aficionado a la Fiorentina tiene en su memoria anti-juventina.
El 16 de mayo de 1982, el Scudetto aseguraba tensiones hasta el instante final con Juventus y Fiorentina igualados en la cima a expensas de un mínimo error que decidiera el campeonato. Los turineses visitaban al Catanzaro y los viola hacían lo propio en Cagliari. Durante los días previos, los directivos de la Vecchia habían hablado ya de planes para la siguiente temporada y al irlandés Liam Brady, un llegador nato, le mostraban la salida del proyecto que iba a dar cobijo nada menos que a Boniek y Platini meses después. Ese domingo determinante empezó con avalanchas ofensivas de Fiorentina y Juventus hasta que la primera noticia llegó desde Santa Elia, donde Mattei, famoso colegiado desde entonces, anulaba un gol legal a ‘Ciccio’ Graziani. La injusticia sobre los toscanos prosiguió poco después cuando el árbitro Pieri, señaló un penalti por manos de un defensor del Catanzaro. No se pudo salir de dudas porque aún hoy, no existe una imagen que aclare aquella polémica acción. Curiosamente, Brady, el irlandés que se despedía, anotaba aquella pena máxima que pasó a los anales turbios de la Serie A mientras Franco Zeffirelli, directivo siempre amigo de la polémica, difamaba contra los ‘mafiosos’ juventinos.
Para entender la verdadera rivalidad que ya existía por parte ‘púrpura’ hacia su enemigo norteño, hay que avanzar varios veranos, cuando con apenas 19 añitos y tras llamar la atención en Vicenza, llegó a suelo toscano el chico que estaba llamado a levantar a la Fiorentina de su letargo. Dos años de adaptación, tranquilidad en su progresión y mucha serenidad para no presionarlo en exceso, engendraron al gran icono viola, un Roberto Baggio que iba a marcar más de 50 goles y generar 14 asistencias en las tres campañas de máximo rendimiento que lo llevaron al estrellato. Tal fue su impacto a nivel mundial, que la Juventus lo compró por 10 millones de euros (traspaso record de la época), provocando disturbios en las calles de Florencia y amenazas a los directivos del club que había disparado contra su propia historia. Un golpe que, como institución y por lo que posteriormente significó la figura de Baggio, se considera clave para el devenir de la historia del club. Aunque lo peor estaba por venir.
De nuevo en mayo, aunque ocho años después de su primer ‘roce’, y en 1990, la Fiorentina volvía a toparse con su enemigo bianconero. Esta vez el escenario era continental y nada menos que la final de la extinta Copa de la UEFA, que por entonces aún se disputada a doble partido y que iba a dirimir la primera cita clave con dos clubes italianos frente a frente. Baggio ya había firmado por los juventinos pero aún defendía su camiseta firenze, aunque nada pudo hacer para levantar el 3-1 (Galia, Casiraghi y De Agostini) que en la Ida habían impuesto sus futuros compañeros. Aquello fue suficiente porque además, la venganza toscana no podía disputarse en su estadio por una antigua sanción.
Semanas más tarde, el entonces crack que habían conservado y engendrado como mito en Florencia, cambiaba de camiseta y empezaba a escribir su brillante historia, la que le llevó a ser Balón de Oro y multi-campeón con el ‘enemigo’ turinés. Y es que pese a defender cada una de las elásticas que vistió en su carrera, Il Divino Codino dio la cara por su antepasado viola. En su presentación evitó colocarse un pañuelo bianconero (costumbre), dejándolo en una silla cercana. En su primer choque contra sus colores como delantero estrella de la Juventus, Baggio se negó a lanzar un penalti cuando era el elegido para ello: “En el fondo de mi corazón, siempre seré púrpura”, explicó con fiel sinceridad. Cuando hace no demasiado publicó su biografía, reconstruyó aquellos momentos con frases que no ocultan sus verdaderos sentimientos, tachando que “deseaba quedarme en Florencia y aunque no tenía nada en contra de la Juventus, lo que no sabían los aficionados es que Agnelli ya me había comprado el verano anterior”.
Tres fechas, dos partidos y una estrella que pudieron cambiar los días de gloria de una Fiorentina que maneja suficientes ‘excusas’ deportivas y externas, como para tener señaladas en rojo las fechas que lo cruzan ante la Juventus. Hoy, con los turineses obligados a remontar para llegar a la final de Coppa Italia, la Fiorentina tiene en su mano soñar tras el buen resultado obtenido en la Ida (1-2). Los tifosi viola pueden tomarse su pequeña ‘vendetta’ en un curso que les puede situar de nuevo como amenaza referente tras su rearmado y atractivo proyecto. Un respiro en una larga lista de cuentas pendientes.