Boateng rico, Boateng pobre

Jerome y Kevin Prince Boateng son hermanos, pero tienen poco en común. Contamos la historia de dos hijos de un mismo padre a los que unió el fútbol

Llegó el momento que tanto había temido durante los últimos años. Tenía que marcharse de Ghana y dejar a toda su familia atrás. Escapar, eso es lo único que podía hacer, sin importarle el destino. Los constantes golpes de estado habían incendiado el clima político del país africano y el asalto al poder del militar Jerry Rawlings een 1981 empeoró la situación. Se suspendió la constitución, se prohibieron los partidos políticos. Ghana se sumió en el caos y Prince Boateng, emulando a otros muchos compatriotas, decididó exiliarse en busca de un futuro mejor. No había recibido educación alguna, pero en sus pies atesoraba un don para la práctica del fútbol y consideró que ese sería el pasaporte para su nueva vida.

No se equivocaba. Poco después del golpe de estado de Jerry Rawlings, Alemania tendió la mano a Prince Boateng. El Reinickendorfer Füchse, un humilde club de Berlín que militaba en las catacumbas del fútbol alemán, le abrió las puertas para que se convirtiera en jugador semiprofesional. Prince no lo dudó, aunque pronto descubrió que Berlín le ofrecía alternativas distintas al fútbol. Tentaciones a las que no se pudo resistir. Prince se convirtió en un Casanova de la noche berlinesa y fruto de sus escarceos sexuales se convirtió en padre de dos niños. De su relación con Christina nació Kevin en 1987. Un año después y con otra mujer Prince tuvo su segundo hijo, al que bautizó Jerome.

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Tanto Kevin como Jerome crecieron sin la presencia de su padre. Prince abandonó el hogar familiar poco después de que naciera cada uno de ellos. Ese fue el único punto en común de ambos Boateng, que vivieron infancias antagónicas. Jerome se crió en Berlín-Wilmersdorf, un barrio berlinés tranquilo y de alto nivel adquisitivo. Kevin, por el contrario, sobrevivió en Wedding, un humilde barrio obrero que él mismo describió como un lugar en el que “eres pandillero, traficante de drogas o te haces futbolista“. Eligió la tercera vía. Se convirtió en futbolista. Curiosamente su hermano menor eligió el mismo camino. Se reencontraron en las categorías inferiores del Herthan de Berlín, aunque el lugar en el que crecieron había dejado una marca indeleble en sus personalidades.

Kevin, quien se añadió el Prince como homenaje a su padre, se había convertido, según sus propias palabras, en un ‘chico del ghetto’. Repleto de tatuajes, de caracter incontrolable y desafiante, se convirtió en un imán para la polémica. Sus excesos nocturnos le granjearon problemas en los clubes en los que ha estado, y llegó a enfrentarse con el seleccionador Sub’21 de Alemania Dieter Eilts. Este episodio contribuyó a que Kevin se decantará por representar a Ghana y no a Alemania. Jerome, en cambio, es un chico tímido y retraído, siempre políticamente correcto. Responde al estereotipo de chico acomodado. “Jerome tiene su propio carácter y no se parece en nada a Kevin, que no admite la obediencia, tiene la boca muy grande y no sigue las reglas“, analiza Nina, madre del jugador del Bayern de Munich

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Pese a sus extremas diferencias, entre los hermanos Boateng existió una relación cordial hasta los meses previos al Mundial de 2010, cuando Kevin se convirtió en el enemigo público número uno tras lesionar a Michael Ballack en la final de la FA Cup. Toda Alemania atacó al entonces jugador del Portsmouth con dureza y éste buscó la ayuda de su hermano menor, pero encontró algo que no se esperaba. “Su entrada merecía la expulsión“, criticó Jerome. En ese momento, la relación entre ambos se rompió tajantemente, como desveló el internacional alemán: “Me dijo que le había fallado. Que no quería saber nada de mí y que cada uno tenía su familia. Eso fue demasiado par mí. No tengo ninguna relación con él“.

Kevin-Prince y Jerome han vuelto a verse las caras varias veces sobre el terreno de juego, tanto a nivel de selecciones como con sus respectivos clubes. Son dos hermanos que comparten padre, pero cuentan con raíces totalmente diferentes. Sólo tienen un nexo en común, el fútbol. El deporte rey es lo único que ha logrado limar sus diferencias.

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